1. El mercenario profesional Dare Macintosh tenía una regla que aplicaba a rajatabla: los negocios no debían convertirse nunca en un asunto personal. Si el motivo y el precio eran de su agrado, aceptaba la misión que le estuvieran ofreciendo. Sin embargo, cuando la encantadora Molly Alexander le pidió que la ayudara a encontrar a los hombres que la habían secuestrado, Dare sintió por primera vez la tentación de combinar trabajo y placer.
3. La única mujer que no podía ser suya era la única a la que deseaba...
4. El cazarrecompensas Spencer Lark conocía numerosos secretos sobre Arizona Storm. Sabía, por ejemplo, que había sobrevivido a un infierno y que, como consecuencia de ello, tenía problemas para confiar en los demás. Pero, para sacar a la luz una red de tráfico de personas y seguir cobrándose venganza por su trágico pasado, Spencer aceptó de mala gana que Arizona se ofreciera como señuelo. Nada, sin embargo, lo había preparado para su hipnótica mezcla de fragilidad y valentía, ni para el instinto protector que despertaba en él.
Molly era una mujer muy independiente, y se había jurado que no confiaría en nadie hasta que hubiera descubierto la verdad. ¿Podría ser su padre, un hombre poderoso de quien estaba distanciada, el enemigo que la amenazaba? ¿O su antiguo prometido, que todavía estaba resentido con ella? ¿O un lector y admirador contrariado por sus novelas?
A medida que el peligro iba cercándolos, Dare se convirtió en el único apoyo de Molly. Sin embargo, lo que sentía por él podía ser lo más peligroso de todo…
2. Atrapados en el fuego cruzado de la venganza y el deseo...
A Trace Rivers, un mercenario especializado en infiltrarse en organizaciones criminales, le encantaban las misiones bien planificadas y el derroche de adrenalina. Primero, pensaba ganarse la confianza de Murray Coburn, un empresario corrupto, y a continuación reunir las pruebas necesarias para acabar con su red de tráfico de mujeres. Era un plan perfecto… hasta que apareció la presunta hija de Coburn, dispuesta a vengarse de su padre.
Pese a su cara de ángel, Priscilla Patterson no era quien aparentaba ser. Pero tampoco lo era el atractivo guardaespaldas que hizo arder todos sus sentidos.
Porque un paso en falso, un solo error podía dejarlos a merced de la ira de su cruel oponente.
3. La única mujer que no podía ser suya era la única a la que deseaba...
Quizá fuera distante y más guapa que espectacular, pero Alani Rivers era la clase de mujer a la que un mercenario tan fogoso y apasionado como Jackson Savor no podía olvidar por más que lo intentara. Así que, cuando se despertó junto a ella, desnuda y en su cama, sin recordar lo que había sucedido, comprendió que alguien tenía que haberlo drogado.
Después de sufrir un secuestro, Alani había jurado no volver a confiar en los hombres. Pero Jackson, aquel hombre fuerte e irresistible, con su toque de ternura, le hacía desear que las cosas fueran distintas. Mientras seguía la pista de un misterioso desconocido, Jackson juró que removería cielo y tierra para mantener a Alani sana y salva. Pero ¿qué había sucedido de verdad esa primera noche? ¿Y la verdad los uniría más de lo que creían posible o pondría a Alani en peligro de muerte?
4. El cazarrecompensas Spencer Lark conocía numerosos secretos sobre Arizona Storm. Sabía, por ejemplo, que había sobrevivido a un infierno y que, como consecuencia de ello, tenía problemas para confiar en los demás. Pero, para sacar a la luz una red de tráfico de personas y seguir cobrándose venganza por su trágico pasado, Spencer aceptó de mala gana que Arizona se ofreciera como señuelo. Nada, sin embargo, lo había preparado para su hipnótica mezcla de fragilidad y valentía, ni para el instinto protector que despertaba en él.
Arizona quería recuperar su vida, y para ello debía actuar como cebo para tender una trampa al enemigo. Era peligroso, claro, sobre todo teniendo a su lado a un hombre tan atractivo como Spencer, capaz de distraerla de su propósito. Pero, cuando su plan se puso en marcha y la química que había entre ellos entró en acción, Arizona descubrió que tal vez fuera aún más peligroso entregar su corazón a un héroe.