Puede parecer que mi infancia fue bonita. Estuvo llena de caprichos y grandes lujos, que envolvían gran parte de los lujos que me rodeaban. Nací hace ya casi treinta años y llevo gran parte de mi vida deseando olvidar algunos de ellos. La gente que me rodea no puede imaginar la gran mentira que ha sido y es mi vida. En mis sueños corro para escapar de mi realidad. Borrar de mi mente todos los recuerdos es imposible. Intento luchar contra ellos, pero siempre me juegan una mala pasada. Me paseo por camas de hombres desconocidos para regalarles el placer que desean, pero eso no me sirve de nada, porque no consigo que ninguno de ellos llegue a darme lo que necesito. Miles de veces he intentado vivir sin sexo, cosa que parece casi imposible. No me considero una persona rencorosa, pero jamás podré perdonar que mi madre me haya robado mi infancia, mi inocencia de niña. Quisiera encontrar un refugio. Quizás el destino tenga para mí algo más que lágrimas y sueños sin alcanzar. Quisiera no rendirme y seguir mi camino, para llegar a encontrar la felicidad y poder decir: «Nada es imposible»
