Manu sonríe y mientras lo hace, siento dos cosas. La primera felicidad, por disfrutar de lo que hago con él, y la segunda, desconcierto, porque él es quien es, e intuyo que esto no va a ser eterno.
20.
Me acabo de levantar y mi humor no es el mejor de mundo.
Manu se fue hace quince días a California y no ha regresado todavía.
Tras saludar a Flash, me preparo un café, me lo tomo y después saco a mi perro a la calle a dar su paseíto mañanero.
Todavía
recuerdo que Manu dijo que tardaría en regresar cuatro días y aunque me
ha llamado por teléfono un par de veces para decirme que las cosas se
han enredado en su trabajo, hay algo en mí que desconfía y me siento
fatal. En especial porque he visto unas fotos de él en una cena con
Lorena Belmonte, una guapa actriz mexicana, con la que siempre se le ha
relacionado, y por lo que vi, no parecían pasarlo mal.
¡Ay Dios… Ay Dios… que yo no quiero ser celosa!
No
suelo ser posesiva. Nunca me ha gustado serlo, pero esas malditas fotos
algo desenfocadas en las que parece que se besan me sacan de mis
casillas.
Una vez
regreso a casa con Flash, cuando me dispongo a marcharme a trabajar el
móvil me suena. El número es desconocido y cuando lo cojo oigo que
dicen.
- Hola preciosa.
Madre… madre… madre ¡Es Manu!
Como si la tontería tomara mi cuerpo, me quedo parada en medio del salón y respondo un escueto ¡Hola!
- ¿Qué te ocurre?
- Nada.
¡Mentira! ¡Mentira y gorda!
Me ocurre de todo y cuando lo escucho reír con ganas de estrangularlo, gruño.
- No sé que te parece tan gracioso.
Siento que su risa se acaba.
- Vamos Raquel ¿qué te ocurre?
¿Se lo digo o no se lo digo?
No… no se lo digo, pero mi boca que parece tener vida propia suelta.
- ¿Qué tal la cenita de hace cuatro noches?
Bueno… bueno… ¡qué bocaza tengo! Y como ya no puedo parar, insisto.
- ¿Lo pasaste bien con Lorena Belmonte?
Le oigo sonreír ¡me cago en él! Y más cuando responde como si nada.
- Lorena y yo somos amigos. No veas fantasmas donde no los hay. Ni creas todo lo que tus compañeros de la prensa inventan.
¿Fantasmas? ¿Ahora se llaman fantasmas?
- ¡¿Inventan?!
- Sí. Inventan.
Uf… Uf… ¡Me cago en San Pito Pato!
No
dudo que otros compañeros inventen de vez en cuando alguna cosilla,
pero la foto es un documento gráfico, no una mentira y sin ganas de
discutir digo.
- Tengo prisa ¿qué quieres?
Un incómodo silencio se ocasiona entre los dos hasta que él responde.
- ¿Cómo que qué quiero?
Lo
oigo resoplar. Sé que no le gusta lo que escucha y no me extraña,
porque no me gusta ni a mí. Nuestra conversación, parece un diálogo de
besugos e intentando finalizarla insisto.
- Tengo prisa Manu.
- Acabo de llegar a Madrid.
Eso me da un subidón. ¡Ya está en Madrid! Pero sin querer dejar que ese subidón me alegre el momento pregunto.
- ¡¿Y?!
Manu resopla e insisto con toda mi mala baba.
- ¿Pretendes que pierda el culo para verte? O quizá ¿qué tire fuegos artificiales?
- Raquel…
Uy…Uy… ese Raquel qué mal ha sonado y cuando voy a colgar dice.
- Puedo ir esta noche a tu casa.
- ¡No!
Joder… joder… ¡Pero si me muero por verlo!
Y consciente de que estoy haciendo aquello que siempre he odiado, insisto.
-
No vengas a mi casa, seguro que ya tienes gente en la tuya esperándote.
Además, esta tarde noche tengo un evento al que asistir y no sé cuándo
terminaré. Déjalo. Ya nos veremos.
El silencio toma de nuevo el teléfono hasta que Manu finalmente dice.
- De acuerdo. Llámame.
Dicho esto el teléfono se queda mudo ¿me ha colgado?
Joder… joder… lo que me entra por el cuerpo.
No
solo tarda once días más en regresar de lo que en un principio me dijo,
si no que encima el muy chuleras, se toma la libertad de colgarme y
decirme ¡llámame!. Lo va a llamar su madre.
El mosqueo que arrastro todo el día es monumental. Todo me molesta y estoy que no me aguanto ni yo.
Por
la tarde-noche asisto al evento en el que tengo que cubrir la noticia
de que unos famosetes patrocinando la 'Dieta del kiwi' ¡hasta el kiwi
termino!
Y cuando he
cumplido mis expectativas y he entrevistado a todos los que me había
propuesto, paso por el Burguer, me compro una hamburguesa con patatas
fritas y regreso a casa dispuesta a cenar y a meterme en la cama, pero
al abrirse la puerta del ascensor, me quedo sin palabras al ver a Manu
apoyado en mi puerta.
Durante unos segundos nos miramos.
¡Ay… Ay lo que me entra por el cuerpo!
Manu
sonríe. No pierde su sonrisa, mientras que yo quiero ir de tía dura,
pero ahora que lo tengo frente a mí ¡no puedorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Extiende su mano hacia mí a la espera que yo le entregue la mía, pero no lo hago y murmura.
- Te he echado de menos... ricura.
¡Ay que me ha dicho ricura! ¡Ay que el corazón comienza a irme a mil!
Sin moverme porque si lo hago es para tirarme en sus brazos, se acerca a mí y agachándose para estar a mi altura insiste.
- Vale… creeré haberte oído decir que me has echado de menos tú también y que deseas besarme.
No lo digo ¡me niego! Pero entre tú y yo ¡es lo que pienso!
De
pronto siento como sus manos rodean mi cintura para acercarme a él.
Agarro con fuerza la bolsa donde llevo mi hamburguesa con patatas.
Me
dejo hacer sin apartar mis ojos de él y cuando siento sus labios
delicadamente sobre los míos y su aroma me inunda por completo, no puedo
más y abriendo mi boca permito que me bese y disfruto de aquel beso tan
deseado, anhelado y necesitado.
¡Ay Dios… qué facilona soy con él!
No
sé cuánto dura el mágico momento, solo sé que ha conseguido lo que ha
venido a buscar y enfadándome conmigo por ser tan idiota, le doy un
empujón y separándolo de mi siseo.
- Dijiste cuatro días y han sido quince y por si fuera poco, vi unas fotos tuyas con la Belmonte en la que os besabais.
Joder… joder… ¿pero qué estoy haciendo? ¿Qué hago echándole cosas en cara?
Manu resopla, se acerca de nuevo y con una media sonrisa que me toca… uf ¡lo que me toca! Pregunta un escueto.
- ¿Celosa?
Bueno… bueno… esto sí que no.
Bromitas
y cachondeitos los justos, y sin pensar en mi acción, le estampo la
bolsa de hamburguesa en la cara y cuando me mira con gesto
desconcertado, y una patata frita en la oreja porque la bolsa se ha
roto, siseo abriendo la puerta de mi casa.
- ¡Vete al cuerno imbécil!
Sin más entro en mi casa y cierto la puerta.
La
bolsa de la hamburguesa se termina de abrir y esta cae al suelo y
agachándome la recojo a toda prisa. Hasta el hambre se me ha quitado.
Pero cuando me levanto del suelo, me encuentro con la mirada acusatoria
de Flash y de pronto soy consciente de como me he comportado y murmuro.
- Joder…
Sin
dudarlo abro la puerta pero Manu ya no está allí. Se ha ido. Y mirando a
Flash que ya se está zampando unas patatas fritsa que encuentra en el
suelo del descansillo murmuro.
- Ahora sí que la he liado.
21.
Una semana.
Ha
pasado una semana desde que me mostré ante Manu como una maldita
celosa, posesiva y, como era de esperar, ni me ha llamado, ni me ha
buscado.
Ay madre… que sí…que tenía razón. ¡Que estaba celosa!
Paseando estoy con Flash por mi barrio cuando me suena el móvil.
Rápidamente
lo saco de mi pantalón y no, no es él ¡qué más quisiera yo! Es mi amiga
Gloria, por lo que algo desilusionada voy a saludar cuando pregunta.
- ¿Por qué no estás aquí?
Sin entender su pregunta respondo.
- ¿Y por qué he de estar ahí?
- Está la prensa de medio mundo en el hospital.
Al escucharla sonrío.
-
Vamos a ver Gloria, ¿acaso crees que por ser periodista del corazón
tengo poderes extrasensoriales para enterarme de todo lo que pasa?
- No.
- ¿Entonces?
Oigo jaleíto al otro lado del teléfono cuando mi amiga bajando la voz cuchichea.
- Pensé que tratándose de Manu sí te enterarías.
—¡¿Qué?!
Bueno… bueno… bueno. Siento que el corazón se me va a salir del pecho. Manu. Mi Manu en el hospital ¿qué le ha pasado?
A partir de ese instante ya no doy pie con bola y como puedo pregunto.
- Pero… ¿pero qué ha ocurrido?
Noto a Gloria con la respiración agitada y dice.
-
Al parecer, estaba haciendo footing por su urbanización, cuando una
mujer que iba en bicicleta al reconocerlo ha perdido el control de la
bici y se ha estampado contra él.
Ay pobre… pobre…
- ¿Y qué le ha pasado? ¿Cómo está?
-
Pues tiene un par de costillas fisuradas, seis puntos en la mano
derecha y un feo golpe en la frente. La verdad es que el pobre está
hecho un Cristo.
Ay… Ay… Ay… ¿Pero cómo le ha podido pasar eso y yo no enterarme?
Parada
en medio de la calle estoy cuando reacciono y comienzo a caminar a toda
prisa hacia mi casa. Tengo muy claro donde he de ir y antes de colgar a
Gloria digo.
- Voy para allá.
- Llámame cuando llegues para colarte.
- Vale.
Como si tuviera alas en los pies, así voy de deprisa.
Angustiada llego a casa, dejo a Flash, cojo el bolso y cuando salgo de nuevo a la calle, paro un taxi. Llevo mucha… mucha prisa.
Veinte
minutos después al llegar al hospital veo a mis compañeros. Aquello es
un hervidero de cámaras de televisión, reporteros y fotógrafos. Todos
quieren cubrir la noticia del accidente de la estrella del celuloide,
por lo que llamo a Gloria.
- Ya estoy aquí.
Mi amiga me indica por donde entrar al hospital y una vez lo hago, la veo aparecer con una bata blanca y dice.
- Póntela.
—¡¿Qué?!
—Póntela. Con ella pasarás desapercibida.
Sin dudarlo, me la pongo y leo en la pechera, Doctora Galindo.
Sin saber quién es esa doctora, me la pongo y mientras caminamos por el hospital pregunto.
- ¿Quién es la Doctora Galindo?
Gloria sonríe. Yo también y suelta.
- Una encantadora doctora de Trauma que murió el año pasado.
¡Ay que me da!
¿Llevo la bata de una mujer muerta?
Mirando
estoy a Gloria con ganas de matarla por profanar así la memoria de
aquella mujer cuando oigo la voz de Manu que, protestando, dice a unos
doctores.
- No voy a quedarme aquí a pasar la noche. Estoy bien.
-
Señor Beltrán —oigo que insiste uno de los doctores—. Sabemos que está
bien, pero todos nos quedaríamos más tranquilos si esta noche se queda
aquí.
- Manu, como tu representante creo que…
- Concha ¡he dicho que no!
No
lo veo. Desde mi posición no lo veo, pero por su tono de voz tiene
pinta de estar muy cabreado, cuando una voz resurge de entre todas y
dice
- Manolito ¡se acabó!
Ostras… Esa voz es de la madre de Manu.
- Mamá por favor. No empieces tú también ahora.
- Manolito. ¡No me irrites! Soy tu madre y te ordeno que te quedes aquí.
Me
entra la risa. No lo puedo remediar. Sagrarito, la madre de Manu, es
tremenda. Aún recuerdo cuando lo castigaba sin salir y el pobre nos
miraba desde la ventana de su casa con gesto compungido.
Los
médicos se mueven, todos discuten con Manu y yo salgo con Gloria de la
habitación. No sé qué hago allí cuando de pronto, doctores, madre y
representante salen y Gloria mirándome dice.
- Tienes cinco minutos.
Asiento
y con mi bata de doctora entro en la habitación. Manu ni me mira. Veo
que teclea algo en su teléfono y cuando me pongo a su lado en la cama
preguntó.
- ¿Cómo estás?
Rápidamente levanta el rostro. Ay pobre… qué golpazo tiene en la frente y antes de que yo pueda decir algo más cuchichea.
- ¿Ahora vas de doctora? Lo tuyo por cubrir una noticia no tiene límites.
Sonrío. Su cara de sorpresa es total y mirándolo apunto.
- Manolito ¡no me irrites!
Ahora sonríe él. Sin duda el enfado entre ambos se ha esfumado y sin tocarlo insisto.
- ¿Cómo estás?
El pobre suspira y encogiéndose de hombros responde.
- Dolorido.
Asiento. Lo creo. Como decía Gloria está hecho un Cristo.
Sin hablar nos miramos. No sé qué decir. Solo quiero que esté bien cuando dice.
- Pero si me besas aquí —afirma señalándose los labios—. Creo que gran parte del dolor se irá.
Sin
poder contenerme sonrío. Menudo tunante que está hecho Manolito y sin
dudarlo doy un paso el frente y acercándome más a la cama, lo beso. Poso
mis labios sobre los suyos y lo beso con cuidado, con mimo, con dulzura
y cuando nuestro beso se acaba murmura con voz ronca poniéndome todo el
vello de punta.
- Doctora, su medicina es la única que necesito para estar bien.
¡Me lo como!
¡Me lo como a besos!
Riéndonos estamos por ello cuando oigo a Gloria gritar.
- ¡Usted no puede estar aquí!
Instantes
después escuchamos el sonido repetitivo del motor de una cámara de
fotos y sin volverme para mirar, oigo a Manu que protesta.
- ¡Echen a ese maldito fotógrafo de aquí!
Enfermeras, celadores y doctores se movilizan mientras yo me quedo petrificada y Manu que no me ha soltado las manos dice.
- Vete. Te llamaré.
Tras
un último y rápido beso esta vez iniciado por Manu, Gloria me hace una
seña y aprovechando el momento de confusión total nos escabullimos sin
ser vistas, mientras soy consciente de que algún compañero ha sacado
unas fotos y no sé si se me reconocerá.
22.
¡Histérica!
Esa es la palabra que mejor me define a las siete de la mañana.
Manu en el hospital y, por si eso fuera poco, estoy a la espera de recibir alguna llamada diciéndome ¡te hemos pillado!
Acalorada
estoy en el salón de mi casa dando vueltas como una tigresa encerrada
cuando oigo mi móvil sonar. Rápidamente miro a mi alrededor. Lo oigo
pero no lo veo.
¿Dónde está?
El
ruido parece venir de mi habitación y cuando veo mi bolso tirado en un
lateral de mi habitación, me lanzo a por él. Y como siempre, como es tan
grande, saco de todo menos el puñetero móvil.
Cuando
por fin lo localizo el teléfono deja de sonar. Rápidamente miro en
registro de llamadas y veo que es un teléfono que no conozco.
- Joder… Joder… Joder…
Me entran las cagalandras de la muerte.
Seguro que alguien ya me ha reconocido en las puñeteras fotos.
Con
paso decidido regreso al salón, cuando el móvil que llevo en la mano
comienza a sonar otra vez. Lo miro. En la pantalla vuelve a salir el
número de teléfono que no conozco y tras aspirar, respondo.
- Sí. Dígame.
- Hummm… qué seria estás preciosa.
Al
escuchar la voz de Manu, mi cuerpo se relaja. Sin duda escucharle me
hace bien y bajando la voz, como si alguien en mi casa me fuera a
escuchar, pregunto.
- ¿Desde dónde me llamas?
Sin verlo, sé que sonríe, cuando responde.
- Desde el teléfono de mi madre.
- ¿Y estás hablando con ella delante? —pregunto preocupada
- No. Ella ha bajado a desayunar a la cafetería y me ha dado unos minutos de paz.
Eso me hace sonreír.
- ¿Cómo estás?
Manu suspira. Su suspiro me llega al alma.
- Algo dolorido y deseoso de que vengan a darme el alta
En ese instante suena el portero automático de mi casa. ¿Pero quién viene a estas horas? E inquieta murmuro.
- Dame un segundo que han llamado a la puerta.
Rápidamente me dirijo al portero automático.
- ¿Quién es?
- Soy Pedro.
- ¿Pedro? ¿Qué Pedro? —pregunto desconcertada.
- Preciosa, soy tu compañero fotógrafo —matiza aquel.
Uf… Uf… ya sé quién es. Mal presagio.
Doy al botoncito del portero automático para que se abra y poniéndome el teléfono en la oreja murmuró.
- Manu…
- Oye… —me corta—. ¿Quién narices es ese Pedro?
Estoy bloqueada. Lo admito.
No
sé qué hace Pedro en mi casa, pero mi intuición femenina me hace
imaginar, y como no tengo tiempo para numeritos respondo sin pensar.
- Manu, tengo que dejarte.
Y sin más cierro mi móvil acabando la conversación.
No
tengo cuerpo ni tiempo para dar explicaciones. Instantes después el
teléfono vuelve a sonar. Manu otra vez. Directamente quito el sonido.
Unos golpecitos suenan en la puerta de mi casa. Trago saliva, levanto el mentón y con la mejor de mis sonrisas abro la puerta.
Mis ojos y los de Pedro conectan, cuando aquel sin parpadear pregunta.
- ¿Puedo pasar?
Como un autómata asiento.
Pedro
pasa, Flash lo recibe como si lo conociera de toda la vida, y cuando el
saludo entre aquellos termina y yo he cerrado la puerta, Pedro abre su
bolsa y sacando una revista dice.
- Creo que tenemos que hablar.
¡Ostras que me da!
Cojo
la revista, veo una gran foto en portada ¡en portada! Y maldigo. En
ella se nos ve a Manu y a mi besándonos en el hospital, pero por suerte,
la foto está tomada desde tal ángulo, que es imposible reconocerme y
mirándole susurro.
- ¡¿Tú?!
Pedro asiente.
- Sí. Yo.
Como se suele decir, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
No sé qué hacer. Estoy desconcertada y pregunto.
- ¿Quieres un café?
Él asiente y dándome la vuelta me encamino hacia la cocina. Necesito unos segundos.
Cuando regreso con los cafés, Pedro y Flash siguen intimando y cuando me siento en el sillón Pedro dice.
- Lo siento, pero es mi trabajo.
No digo nada. Me niego. Cuando él al ver mi gesto afirma.
- Nadie sabe quién es la doctora morena de la foto, pero yo sé que eres tú. Te vi.
- ¡Joder! —suspiro.
A
partir de ese instante, hablamos… hablamos… hablamos. Ambos tenemos
nuestro punto de vista y cuando no llegamos a un entendimiento Pedro
insiste.
- Sabes que es cuestión de días que sepan que eres tú ¿lo sabes verdad?
Me desespero. No quiero darle la razón pero la tiene. Menudos somos los periodistas y murmuro.
- Pedro no…
- Lo siento Raquel. Eres periodista como yo y sabes que lo que tengo entre manos es un bombazo. ¡Joder que es Manu Beltran!
- Sé muy bien quien es —respondo molesta.
Pedro asiente y mirándome indica.
- Te propongo hacer una exclusiva hablando sobre vuestra relación o un robado de calidad.
- No.
- Raquel —insiste.
- Que no —gruño yo.
Pedro se mueve en el sillón. Está tan incómodo como yo e indica.
-
Piénsalo. Podemos hacerlo donde queráis en el plazo de una semana como
máximo. Buscamos un entorno ideal, os hago unas bonitas fotos y…
El portero automático de mi casa suena. Abro los ojos despavorida.
Ay madre… Ay madre…
No
me muevo. El timbre suena y suena y suena. Quien sea desde luego lo va a
quemar y dándome por vencida, me levanto del sillón, camino por el
pasillo y cogiendo el telefonillo pregunto.
- ¿Quién es?
—Soy Manu. Abre.
Madre mía ¿Y ahora este?
¿Pero qué hace aquí?
Pienso. Pienso qué hacer. Y consciente de que no puedo dejarlo en la calle, aprieto el botón de la puerta.
Sin moverme de allí, espero a que el ascensor llegue y cuando abro la puerta de mi casa, con gesto de enfado me mira y sisea.
- ¿Se puede saber por qué me has colgado?
Voy a contestar, cuando observo que sus ojos miran por encima de mi cabeza y oigo la voz de Pedro decir mientras se acerca.
-
Hola Manu —llega hasta nosotros y enseñándole la portada de la revista
dice—. Soy quien os hizo las fotos en el hospital y creo que debemos de
hablar.
Manu y yo nos
miramos a los ojos. No sé que decir y tras él resoplar, entra en mi
casa. Cierra la puerta de un portazo y mirando a Pedro con gesto de
furia dice.
- Muy bien. Hablemos.
23.
Cuando Manu cierra la puerta no sé si tirarme por la ventana o huir a Camboya.
Pero vamos a ver.
¿Cómo he podido terminar en la portada de una revista de corazón?
Aquello no es lo quiero, pero sin duda, aquello es lo que me he buscado saliendo con quien salgo.
En
silencio, Manu, Pedro y yo regresamos a mi salón y nos sentamos en las
sillas que hay alrededor de mi mesa. Flash, saluda a Manu y viceversa y
el gesto de aquel me preocupa y pregunto.
- ¿Estás bien?
Manu asiente y una vez acaba de saludar a Flash, coge la revista, fija sus ojos en la portada y murmura.
- Al menos no se te ve la cara.
Vale.
Tiene razón. No se me ve la cara, pero joder ¡soy yo!
Como un flan pienso que contestar, cuando Pedro dice.
- Manu, no eres nuevo en esto y sabes cómo funciona este mundillo tan bien como nosotros. Por…
- ¡Pero tú no se supone que eres su amigo? —protesta Manu.
Uf… Uf… sin duda Manu viene cabreado, cuando Pedro responde.
- Soy fotógrafo y cubro una noticia.
-
Pero ella, es tu amiga. Os he visto trabajar juntos ¿acaso no has
pensado en eso? ¿Acaso no has visto en la situación en que la has puesto
al sacar esta foto?
Pedro y yo nos miramos.
Amigos, lo que se dice amigos… amigos, no somos.
Con la mirada nos entendemos y sabemos que Manu tiene su parte de razón y aclarándome la garganta respondo.
- Es nuestro trabajo.
- ¿Lo estás defendiendo? —pregunta Manu incrédulo.
Asiento.
- Sí. Él solo hacía su trabajo.
Manu pestañea. Imagino que debe pensar que estoy como un puñetero cencerro y murmura.
- Yo aquí preocupándote por ti, y ahora resulta que estás a su favor.
- No estoy a su favor —respondo.
- Entonces, ¿qué es lo que estás haciendo?
Resoplo. Realmente ya no sé ni lo que hago e intentando entender a Manu, a Pedro y a mí misma respondo.
-
Intento no agobiarme. Y aunque al ver las fotos en la revista me he
acordado de toda la familia de Pedro, lo asumo, porque yo en caso
contrario hubiera hecho lo mismo. Pedro y yo solo somos conocidos. No
somos amigos, pero lo que sí somos es profesionales y él ha cumplido con
su trabajo, como lo hubiera hecho yo. Por eso no puedo enfadarme con
él.
Flash, que sigue junto a Manu, parece resoplar cuando este posa su mano sobre la cabeza de mi chuchete y murmura.
- Te compadezco amigo. No hay quien la entienda.
En ese instante suena el teléfono de Pedro y tras atender la llamada, cuelga y dice.
-
Siento deciros que el círculo se está estrechando y saben que una tal
Gloria, que trabaja en el hospital, es amiga de la supuesta doctora.
Ay mi Gloria… ¡ay mi Gloria!
No quiero imaginar el agobio que tendrá cuando Manu dice...
- No queda otro remedio. Debemos pensar qué hacer. Tramar un plan.
- Me parece buena idea. Contad con mi ayuda, pero la exclusiva de las fotos es mía —admite Pedro.
Resoplo.
Suspiro. Me acuerdo de media humanidad y cuando creo que voy a
explotar, Manu me coge del brazo, me levanta y dice mirando a Pedro.
- Ahora regresamos. Tenemos que hablar.
Cuando
entramos en mi habitación y cierro la puerta, al volverme lo primero
que hace es apretarme contra la misma y darme un besazo, pero besazo de
esos de película.
Como
siempre que sus labios y los míos se juntan, la explosión es tremenda y
más cuando yo rápidamente reacciono olvidándome de todos los problemas.
Adoro a Manu, anhelo sus labios y ya estoy deseosa por desnudarlo y
tirarlo en mi cama.
Dios mío ¡este hombre me vuelve loca y me estoy convirtiendo en una depredadora sexual!
De pronto un quejido de él al tocarle las costillas, me hace parar y regresar a la realidad por lo que mirándolo murmuro.
- Lo siento.
Manu sonríe. ¡Ay qué bribón! Y sentándose junto a mí en la cama musita.
- Ricura me vuelves loco pero ahora, dime ¿qué quieres hacer?
Uf… lo que me entra al saber que lo vuelvo loco. No sé qué responder a su pregunta cuando prosigue.
-
Vamos a ver Raquel. Seamos claros. Sé que estas cosas no se hacen así,
pero por mi profesión soy el objetivo de muchos flashes y
especulaciones. Preciosa, tú me gustas y quiero seguir a tu lado. Me
encantaría poder ir al cine, a cenar, a tomar una copa contigo y para
eso, el mejor plan es acabar con las especulaciones y mostrarnos en
público mediante las fotos de Pedro.
- Nooooo…
La sonrisa de Manu se desvanece.
Ay madre… Ay madre que se me acaba de declarar y yo le he dado calabazas.
Manu se levanta. Camina por la habitación y cuando se para, vuelve a clavar sus ojos en mí y desorientado sisea.
- Bueno, pues si no quieres eso ¿qué quieres que hagamos?
No contesto. Estoy confundida y me levanto.
Claro
que quiero segur a su lado. Claro que me gusta, pero lo que no quiero
es salir en la prensa. No quiero ser un personaje público. Me retuerzo
las manos confundida, cuando Manu insiste.
- Otro plan es dejarme ver con otra mujer morena. Salir con ella de cena, besarla y dejar que Pedro nos fotografíe y…
- Noooooo…
Ese Noooooooo… lo digo con más ímpetu que el anterior y veo que la comisura de sus labios se curva.
Le ha gustado mi ímpetu y acercándose a mí, me rodea la cintura con sus brazos y murmura a escasos metros de mi boca.
- De acuerdo. No quieres que te vean conmigo, pero tampoco quieres que me vean con otra. ¿Qué propones tú?
Ay que me da… que me da…. ¡que me da!
Cuando
se pone en ese plan tan sexy, tan… tan… me desarma completamente y sin
saber qué decir, simplemente lo beso. Me deleito en ese magnífico, dulce
y tentador beso y cuando nuestros labios se separan, con mimo murmuro.
- Déjame pensar.
- Hum… me gusta tu manera de pensar
Ambos
sonreímos cuando oímos el timbre de la puerta de la casa, no del
portero automático, si no de mi puerta y la risa se nos corta.
¿Periodistas?
Manu
y yo salimos de la habitación y Pedro que sigue en el salón cuando
llegamos hasta él, pregunta al escucharse de nuevo el timbre.
- ¿Habéis llamado a alguien?
Ambos
negamos con la cabeza, mientras aporrean la puerta. No sé quién es. No
sé quién aporrea mi puerta así, pero sí sé que no va a ser nada bueno.
Por lo que respirando, me suelto de Manu, camino hacia la puerta, él se
esconde tras la misma y una vez cuento hasta diez abro y me quedo
ojiplaticatontada.
¡La madre del cordero, de la cordera y de los corderitos!
Ante mi están mi madre y la madre de Manu con sendas revistas en las manos, cuando oigo a mi madre decir.
- Hija mía de mi alma y de mi existir ¿qué haces besando al vecino?
- ¿Manolito y tú? —pregunta la madre de aquel.
Manu
que está tras la puerta al reconocer las voces de aquellas dos, sale de
su escondite. Mira a nuestras madres que se quedan de pasta de boniato.
Me agarra con fuerza de la cintura y tras ver a Pedro que se asoma al
pasillo junto a Flash, me mira y con una sonrisa indica.
- Me temo que ahora tendrás que pensar muy… muy rapidito.
24.
Manu y yo estamos en el
Templo de Debod de Madrid paseando a las once de la noche tras haber
cenado en un bonito restaurante, mientras Pedro hace fotos y fotos y
nosotros hacemos como que no nos enteramos.
- Relájate preciosa —sonríe Manu asiéndome por la cintura.
Pero no puedo. ¿Cómo me voy a relajar si me están haciendo doscientas mil fotos?
Eso
de saber que en unas horas estaré en todos los canales de televisión,
prensa y páginas web, me tiene atormentada y me impide ser natural.
Vamos que yo para actriz ¡no valgo!
Pedro hace mil fotos hasta que da un silbido y sin acercarse a nosotros se marcha.
Una vez lo veo alejarse Manu me mira y pregunta.
- ¿Estás bien?
- No.
Su sonrisa me hace sonreír y tras acercarme a él y darme un cándido beso en los labios indica.
- Vamos a mi casa.
Acepto. Nada me apetece más.
Media hora después, cuando estamos apoyados en su preciosa encimera negra de la cocina pregunta.
- ¿Tan terrible ha sido?
- Sí.
Él sonríe y yo incapaz de sonreír protesto.
- Vamos a ver Manu ¿tú de que no eres consciente?
- ¿A qué te refieres?
Lo miro y al ver que se acerca a mí, doy un paso atrás y respondo.
- Me refiero a que soy periodista, sé lo que se me viene encima y no creo estar preparada.
Manu da otro paso hacia mí, pasa su mano por mi cintura y murmura.
- Eres mi chica. Sales conmigo y eso, seas o no periodista sabes lo que significa.
Cierro
los ojos. Tiene razón. Tonta no soy, y acercándome a él lo beso. Lo
deseo tanto que solo anhelo olvidarme del momento y disfrutar de él. De
sus besos, de sus mimos, de su cuerpo.
- Como tu chica, exijo que me lleves a tu cuarto, me desnudes y me hagas el amor.
Al escucharme Manu sonríe y rozándome los labios afirma.
- Tus deseos son órdenes para mi preciosa.
Con
maestría me coge entre sus brazos y me lleva hasta su habitación. Allí
sin hablar me desnuda, se desnuda, nos tentamos y una vez caemos sobre
la cama, me hace el amor con deseo y pasión.
Y
oye… para qué lo voy a negar, consigue hacerme olvidar de todo lo que
me atormenta hasta que finalmente y abrazada a él me quedo dormida.
Un
run run incesante parecido al de un abejorro me atormenta, no para, y
cuando soy consciente de que es la vibración de mi móvil me despierto de
golpe y me encuentro sola en la cama.
Rápidamente
cojo el móvil de la mesilla y maldigo al ver que tengo como 600 Wassap y
tropecientas mil llamadas de teléfono. Mi madre, mi tía, mi prima, mi
vecina, Gloria, mi peluquera, compis de redacción etc… etc… etc…
Oh Dios… ¡Oh Dios, qué agobio! Ya ha debido de salir la noticia en todos lados.
Dándome
aire con la mano estoy cuando Manu entra en la habitación vestido con
solo con un bóxer blanco y una bandeja de desayuno. Uf… es la tentación
personificada y al verme dice.
- Deja el teléfono sobre la mesilla.
Como si me quemara el aparatito lo suelto y sentándose a mi lado, me da un meloso beso en los labios y murmura.
- Buenos días Ricura.
Pero
yo estoy que no vivo en mí. La vibración de mi teléfono continúa, mi
cabeza ya no puede dejar de pensar y pensar y él afirma.
- Sí. Las fotos ya han salido en todos lados. Concha, mi representante nos espera en el salón y tenemos que hablar.
¿Hablar yo con su representante?
Y como de tonto no tiene un pelo y está aprendiendo a leer mis gestos insiste.
- Tranquila cariño, tranquila.
Pero la palabra tranquila, ha desaparecido de mi vocabulario.
¿Cómo voy a estar tranquila si ahora todo el mundo sabe que yo soy la morena que sale con la estrellita Manu Beltrán?
De
pronto la puerta de la habitación se abre y Concha, la representante de
Manu, entra como perico por su casa y sin importarle que yo esté
desnuda dice.
- Creo
que lo mejor es que hoy salgáis a comer a un buen restaurante para que
otros periodistas os vean y hagan más fotos. A ver como salimos ahora de
esta. Y por cierto, esta noche tenemos que asistir a una cena de
etiqueta en Las Rozas. ¿Va a ser ella tu acompañante o aviso a Nicoleta o
Paula? Y otra cosa, tenemos que hablar sobre qué decir en cuanto a lo
que hay entre vosotros, pues el teléfono me echa humo.
¿Humo dice? ¡Humo echa mi cabeza!
Aquella
tía habla y habla y habla como si yo no estuviera allí. Pero bueno, ni
buenos días que ha dicho, y cuando no puedo más levanto la voz para que
me mire y con toda mi mala leche suelto.
- Soy una persona, estoy aquí desnuda y estás invadiendo mi intimidad ¿qué tal si sales de la habitación?
Aquella pestañea, mira a Manu que parece sonreír y gruñe.
- Su actitud para comenzar no es nada buena.
Bueno…
bueno… bueno… esta me está tocando las epiteliales, pero antes de que
yo vuelva a abrir la boca para mandarla a paseo, Manu se mueve con
rapidez y acercándose a Concha dice, mientras la guía hacia la puerta.
- Luego hablamos y por favor, respeta nuestra intimidad.
Aquella
lo mira alucinada. Por lo que veo está acostumbrada a no respetar nada y
cuando Manu cierra la puerta y me mira, le indico con el dedo.
- No se qué tipo de relación tienes con tu representante, pero a mí que no me trate como si fuera invisible o…
No
puedo decir más, Manu se tira a lo Sandokan sobre la cama para besarme.
La bandeja de desayuno rebota, las tostadas vuelan, los cafés se
desparraman y una vez acaba aquel increíble beso con una candorosa
sonrisa pregunta.
- ¿Qué te apetece hacer hoy?
Su gesto…
Su sonrisa…
Su todo, me hace sonreír y afirmando indico.
- Tú no sé qué harás, pero yo tengo que trabajar.
Tras
una hora de estupendo sexo con el hombre al que adoro, cuando se queda
traspuesto, me levanto con cuidado, me visto y salgo de su casa. Mi vida
continúa y como no soy una estrellita de Hollywood, he de trabajar.
25.
Cuando abro la puerta de la casa de Manu, me quiero morir.
Tras la verja veo a varios periodistas que conozco y se me ponen los pelos como escarpias. ¡No tengo escapatoria!
Cierro
la puerta. Quiero salir de allí sin ser vista pero es imposible. Salga
por donde salga mis compañeros me van a ver, pensando en ello estoy
cuando la voz de Concha dice.
- ¿Quieres marcharte?
Su gesto como siempre es serio y mirándome por encima de sus gafas de pasta insiste.
- Si quieres salir de aquí, puedo hacer que salgas sin que seas vista.
—Te lo agradecería —afirmo.
Según dice aquello, abre su teléfono, marca, le oigo hablar con alguien y dice.
- En diez minutos saldrás.
Diez minutos después, salgo en la parte de atrás de una furgoneta que ha traído flores.
Una
vez la furgoneta me deja en casa de mi madre, por suerte no hay vecinas
a la vista, subo a toda leche, llamo a la puerta y cuando mi madre abre
cuchichea.
- Ay hija ¿pero qué famosa te has hecho?
Sonrío. No lo puedo remediar y entrando murmuro mientras saludo a Flash que está con ella.
- Mamá el famoso es Manu, no yo.
-
De eso nada mi lucero —añade ella—. A Manu ya lo tienen muy visto, pero
tú sales preciosa en las fotos. Mira… mira qué perfil tan mono se te
ve.
- Mamaaaaa.
-
He comprado en el quiosco de Jesús diez ejemplares y se las he regalado
a tus tías, a Juanita y a la Pucheros. Ay mi niña ¡Ay mi niña!
La emoción de mi madre me vuelve a hacer sonreír cuando añade.
-
Si ya sabía yo que entre Manolito y tú, siempre existió una atracción.
Por cierto, muy amable tu amiga. Qué chica más mona y encantadora.
Eso llama mi atención y pregunto.
- ¿Qué amiga?
-
La chica que vino hace una hora para hablar conmigo —y suspirando
cuchichea—. Me ha hecho recordar cosas tan bonitas de tu adolescencia y
lo que nos hemos reído cuando le he contado lo mucho que os gustaba a
Manu y a ti comer bocadillos de chorizo de Pamplona y ha visto la foto
en la que estáis vestidos de Tarzán y Jane.
- ¡Mamá! —le corto incrédula.
¡Mecagoentodoloquesemenea!
Alguna
espabilada ha visto en mi madre a una presa fácil y ha ido a por ella.
Rabiosa y enfurecida estoy cuando mirándola pregunto.
- Vamos a ver mamá ¿se puede saber con quién has hablado?
Mi pobre madre me mira y responde mientras toca la cabeza de Flash.
- Pues no sé, con una muchacha que dijo llamarse Loli.
¿Loli? ¿Mi Loli?
-
Me ha dicho que la revista para la que colaboras está tan feliz de que
tú seas la novia de la súper estrella Manu Beltrán, que están preparando
un especial y…
- ¡Joder… Joder! —protesto.
- Por el amor de Dios hija de mi vida —gruñe mi madre— ¡Qué te he dicho yo siempre de decir palabrotas!
Maldijo…
a mi madre le ha metido toda la anchoa, Loli ¡mi Loli! Y cuando voy a
protestar, de pronto veo los álbumes de fotos sobre la mesita. Oh no…
¡Oh no!
- Mamá ¿no le habrás dado ninguna foto a esa periodista?
- No… claro que no.
Eso me hace respirar hasta que dice.
- Solo ha fotografiado media docena en la que estáis tú y Manu.
- ¡Mamaaaaaaaaaa!
Incrédula
miro a mi madre y cuando voy a decir lo más grande, al ver su gesto de
no entender nada, intento rebajar mi nivel de enfado y murmuro.
-
Por favor mamá, a partir de ahora no abras la puerta a ningún
periodista por muy amigo mío que te diga que sea y no contestes a
preguntas, ni dejes que nadie fotografíe mis fotos.
- Pero hija…
- Mamá. Tengo que ir a la redacción. Quédate con Flash hasta que vuelva.
Y sin más salgo de allí hecha una furia dispuesta a comerme a Loli.
Cuando
llego a la redacción, no sé si me miran por el humo que sale de mi
cabeza, o por ser la nueva conquista de Manu Beltrán. Como una hidra
camino bajo la atenta mirada de todo el mundo hasta el despacho de Loli y
abriendo la puerta siseo.
- ¿Cómo has podido? —No contesta e insisto—. ¿Cómo has podido jugar tan sucio?
Loli se levanta y rápidamente contesta.
- No soy la Loli que ha estado en tu casa, Raquel.
Nos miramos con seriedad cuando una mujer que hay sentada frente a ella se levanta. ¡Es Concha! Y mirándome dice.
-
Le dije a Manu que traerías problemas y ya llegó el primero gracias a
tu bendita madre —y mirándome de una manera que no me gusta un pelo dice
enseñándome una tarjeta de memoria chiquitita—. Por suerte, las fotos
ya están en mi poder.
Molesta por sus palabras, extiendo la mano.
- Dámelas.
Concha sonríe. No sé a qué juega, pero yo no estoy para jueguecitos y al ver que no se menea insisto.
- Dame la puñetera tarjeta de memoria si no quieres que monte la tercera guerra mundial aquí.
Pero nada. Ni caso me hace.
Por
lo que enfadada, mosqueada y tremendamente cabreada, dejo salir al
bicho que vive en mí y monto un gran pollo en el despacho de Loli en la
redacción.
Grito a Loli.
Grito a Concha.
Grito a todo el que se le ocurra aparecer por aquel despacho hasta que de pronto escucho a mis espaldas.
- ¿Se puede saber qué haces?
Al
volverme, me encuentro con Manu tan esplendoroso como siempre e
inconscientemente miro a todas las mujeres y algún hombre que tras él
están y ¡todos babean móvil en mano!
Madre… madre… ¡lo que me entra!
Mi
gesto debe ser tal que Manu intentando poner paz en todo aquel
despropósito, mira a Concha y extendiendo su mano dice en un tono bajo.
- Dame la puñetera tarjeta de memoria.
Una vez aquella se la da, Manu me mira y con seriedad dice.
- Vámonos de aquí.
Siento que Concha quiere sacarme los ojos. Se acerca a Manu para cuchichearle algo cuando Loli se acerca a mí y murmura.
- Créeme, no fui yo. Esa tal Loli ha sido una enviada desde las altas esferas.
Sin
saber por qué asiento. Quiero que Loli, siga siendo ¡mi Loli! cuando
Manu, agarrándome por la cintura, me da un beso de tornillo, mientras
oigo un ¡ohhhhhh! general en toda la redacción.
Un minuto después cuando estamos en el ascensor, Manu enseñándome la tarjeta de memoria dice entregándomela.
- Habla con tu madre y dile que se mantenga calladita.
- Pero Manu…
- Raquel —me corta—. Te han estado grabando en la redacción. Buscan carnaza ¡y tú se la has dado!
Incrédula lo miro ¿pero cómo he podido ser tan tonta?
-
Ese beso ha sido a cambio de que omítan las imágenes de tu enfado. Por
lo tanto, prepárate porque mañana, más que la foto de la gala de esta
noche, la que abrirá la revista, será la del beso que te he dado en la
redacción.
—¡¿Qué?!
Una vez se abre el ascensor Manu molesto añade.
- Raquel, aquí nadie da nada gratis ¿acaso no eres periodista?
Asiento. Tiene razón. Y yo he caído como una tonta.
26.
Las horas pasan y
parece que Manu y yo nos relajamos tras recoger a Flash de casa de mi
madre y llevarlo a mi casa. Allí hablamos, nos besamos y cuando Concha,
su representante, le llama para recordarle el evento que esta noche
tiene en Las Rozas, me da un beso y se marcha a su casa para cambiarse,
prometiendo pasar a recogerme en tres horas.
Una
vez se va, me doy una ducha y una vez salgo de ella, abro mi armario y
durante una hora observo los dos vestidos elegantes que tengo. Uno rojo y
otro negro.
Me
los pruebo y al final me decanto por el negro. Como siempre he
escuchado, el color negro es elegante y con rojo llamativo, y la verdad,
lo que menos quiero es llamar la atención.
Con paciencia me recojo el pelo en una especia de moño despeinado y una vez acabo, sonrío. ¡Me ha quedado de lujo!
Acabo
de maquillarme, me pongo el vestido y ¡tachánnnn! Cuando me miro al
espejo me siento bien. Como diría mi madre si me viera: "Hija cuánto
ganas cuando te arreglas".
Sonriendo estoy, cuando Flash se acerca y yo rápidamente lo alejo mientras digo.
- No se te ocurra babearme, ni plantarme tus patazas que te conozco.
El portero automático de mi casa suena y al contestar la voz de Manu dice.
- Cuando quieras.
Cojo mi bolsito de mano, me miro al espejo y antes de salir miró a Flash y digo.
- Pórtate bien.
Flash
me mira. Sé que está deseoso de babosearme, pero no se lo puedo
permitir. En mi bonito vestido no pueden ir ni babas, ni pelo, ni
huellas de animal.
Una
vez salgo del ascensor maldigo. En la puerta del portal hay un par de
fotógrafos y consciente de que he de salir, tomo aire y lo hago.
Tropecientos flashes se ven a mi alrededor y mis vecinos alucinan ¡joder qué vergüenza!
Por
suerte Manu coge mi mano y a toda leche me mete en el coche. Una vez
estamos los dos dentro y el chofer arranca, me besa y sonriendo dice.
- Estás preciosa.
- Gracias —sonrío todavía noquedada por tanta foto.
Llegamos
a Las Rozas y cuando para el vehículo y veo otra vez periodistas
esperando en la entrada del local, Manu me dice cuando Concha, la
representante de aquel se acerca a nosotros.
- Tranquila. Tú solo sonríe.
Con
la mejor de mis sonrisas salgo del vehículo y me agarro a la mano de
aquel que me la aprieta con fuerza. Los periodistas nos rodean y muchos
me saludan sonrientes mientras los encargados del evento, nos indican
dónde parar para contestar a las preguntas y dónde ponernos para el
photocall.
¿Qué tengo pasar por el photocall?
Ay Dios ¡que me da!
A
mí todo esto me viene grande. Hasta hace media hora estaba en el lugar
donde mis compañeros de la prensa se pisan en busca de buen material, y
ahora estoy en la parte donde he de posar.
Por
primera vez me doy cuenta de lo profesional y sensual que es la Pataky y
más si recuerdo su tradicional posado mostrándonos la espalda.
¡Ay con lo que la he criticado, y yo soy incapaz de sonreír sin parecer medio lela!
Acabadas
las fotos del photocall, Manu sin soltarme camina hasta donde los
periodistas buscan la noticia. Allí nos acribillan a preguntas sobre
nuestra relación, mientras Concha nos observa. Yo me dedico a sonreír y a
pedir a mis compañeros ¡piedad! Pero nada… ¡pasan de mí!
Una,
dos, tres, veinte preguntas que Manu responde y al final cansada de
sentirme como una mujer florero, voy a abrir la boca cuando Concha da
por finalizadas las preguntas.
De
la mano de Manu entro en el local y nos dirigimos a la barra para tomar
algo. Estamos sedientos. Una vez allí tras pedir, varios actores
españoles se acercan a Manu y este me presenta. Bueno…bueno…. Bueno…
¿Quién me iba a decir a mi que iba a estar yo allí riendo entre
aquellos?
Incrédula,
observo y escucho las conversaciones mientras sigue llegando gente al
local. Actrices, actores, políticos, futbolistas, empresarios. El local
se va llenando de gente a la que yo he perseguido, cuando veo a un
futbolista muy famoso besándose con una actriz. ¡Ostras que notición!
Conseguir una foto de aquellos dos juntos y besándose podría ser la leche e incapaz de quedarme calladita pregunto a Manu.
- ¿Entre Niusa y Perdi hay algo?
Manu mira en la dirección donde señalo y encogiéndose de hombres responde.
- Ni lo sé. Ni me importa.
- Hijo… ¡qué borde!
Manu al escucharme sonríe.
- Olvídate de tu faceta de periodista, ahora estás al otro lado.
Tiene razón. Lo beso e intento disfrutar del momento.
Pero
Perdi y Niusa se ponen a nuestro lado y me lo ponen a huevo. Y al final
sin que nadie se dé cuenta, les grabo un vídeo en el que salen
besándose.
Madre mía… madre mía… ¡qué notición! Y la primicia la tengo yo.
Acalorada estoy por lo que sé que tengo entre manos cuando Concha me quita el teléfono y sisea.
- Como se te ocurra utilizarlo, vas a tener un problema muy serio conmigo.
- Pero qué dices —gruño molesta—. Dame el teléfono ahora mismo.
Aquella me mira cuando Manu dice.
- Concha, tranquilízate y devuélvele el teléfono.
- No me gusta su jueguecito.
- ¿De qué hablas? —pregunta Manu.
La bruja nos enseña mi móvil y cuchichea con disimulo para que nadie le escuche.
- Que te enseñe lo que ha grabado.
¡Mecagoensupadreensumadreyhastaensuprimoeldelpueblo!
Molesta por la pillada, voy a decir algo cuando Manu mirándola insiste.
- Devuélvele el teléfono.
El gesto de aquella se agría más y tras dármelo gruñe.
- Tú mismo. Pero recuerda, el problema te lo vas a comer tú solito.
Una vez aquella se aleja, voy a protestar cuando Manu mirándome dice.
- ¿Me enseñas lo que tienes en tu teléfono?
Ay… Ay… Ay…. No puedorrrrrr y al ver mi gesto apurado susurra.
- ¡No me lo puedo creer!
Y
cogiéndome de la mano, me lleva hasta las cocinas y una vez estamos en
un lugar donde nadie nos ve, acerca su rostro al mío y sisea.
-
Estás aquí como mi chica, como mi amante, como mi amiga. No estás aquí
como periodista ¿Qué no has entendido de las reglas del juego?
- Manu, yo…
- Solo dime una cosa ¿es cierto lo que Concha dice?
Uf…. Qué apuro me da la pregunta, pero más apuro me da mentirlo y finalmente afirmó.
- Sí.
Según
digo el sí, Manu comienza a soltar improperios por su boca y por
supuesto, y a pesar de mi error, yo lo sigo. No voy a ser menos.
27.
Menuda movida hemos montado en las cocinas de aquel lugar.
Él me dice….
Yo le digo…
Y
al final, enfadada, y sin importarme quien me pudiera fotografiar, me
dirijo a la puerta del local dispuesta a irme a mi casa, pero antes de
llegar, Manu, me para y dice.
- Saldremos juntos, como hemos llegado y ahora haz el favor de sonreír.
Como
es de esperar, a la salida los fotógrafos nos acribillan a fotos, en
las que por supuesto yo sonrío. Bastante tengo con saber que he
discutido con Manu como para que todo el mundo lo sepa.
En
silencio vamos en el coche mientras el chofer callejea por las calles
de Madrid y yo me siento fatal. No debí haber grabado ese video. Debí
olvidar mi faceta de periodista.
Una vez llegamos a mi portal Manu y yo nos miramos. Está claro que la discusión va a continuar, cuando pregunta.
- ¿Quieres o no que suba a tu casa?
Sin dudarlo asiento.
¿Pero cómo no voy a querer que suba?
Una
vez el coche se va, abro la puerta del portal y nos dirigimos al
ascensor. El mal rollo continúa y siento que si abro la boca, voy a
decir algo inapropiado.
Salimos
del ascensor, abro la puerta de mi casa y Flash sale a saludarnos. Su
calidez hace que los dos sonriamos y nos relajemos y una vez mi
maravilloso Flash se da por saciado nos miramos y oh… oh… creo que vamos
a discutir.
Y sin ganas de ello, me acerco a él, paso mis manos alrededor de su cintura y lo beso.
Uno
mis labios a los suyos y, encantada, soy consciente de que él me desea
tanto como yo a él y sin decirnos nada nos dejamos llevar y terminamos
sobre mi sofá, haciendo el amor.
Cuando horas después despierto sobre la cama no sé qué hora es. A mi lado Manu está dormido como un ceporro y sonrío.
¡Qué mono es!
La noche comenzó mal pero por suerte la acabamos bien.
Encantada
lo miró un buen rato disfrutando de las vistas que el pedazo de tiarrón
me ofrece, cuando le suena el teléfono móvil que dejó sobre la mesilla,
indicándole que ha recibido un mensaje.
El molesto sonido lo despierta y mirándome dice con una maravillosa sonrisa.
- Buenos días preciosa.
Sonrío.
Si
es que cuando me sonríe puede conmigo. Me da un rápido beso en los
labios, se sienta en la cama, coge el teléfono y lo mira. Pasados unos
segundos murmura.
- Joder…
Uf… le ha cambiado el gesto.
Su sonrisa ha desaparecido para dejar paso a una cara de cabreo monumental y mirándome dice.
- Gracias a tu inadecuada acción de anoche, estamos de nuevo en todas las plataformas.
Sin
entender a qué se refiere me incorporo. Me siento en la cama y cuando
veo el vídeo que me enseña en la que se nos ve a los dos discutiendo
como dos posesos en las cocinas del lugar donde cenamos anoche, maldigo y
Manu dice.
- Me indican que uno de los cocineros lo grabó y ahora este vídeo es viral.
Lo miro. Veo que está subido a Youtube apenas 6 horas atrás y ya tiene nada menos que 5.457.392 visitas.
¡Madrecitadelamacarenaespiazaymoreneta!
No sé qué decir cuando aquel insiste.
-
Que estemos juntos significa medir nuestros movimientos en público
porque todo es cuestionable para los periodistas y para cualquiera
persona que se cruce en nuestro camino.
- Tú comenzaste la discusión —le acuso.
- ¡Y tú la provocaste! —me suelta.
Vale. Tiene razón. Yo la provoqué. Yo la cagué.
Sin saber qué decir estoy cuando mi teléfono comienza a vibrar una y otra vez. Sin cogerlo lo miro. Son mensajes.
- Ahí lo tienes. Seguro que te hablan del vídeo —gruñe Manu.
Sin palabras estoy cuando el teléfono de aquel suena y este cogiéndolo dice levantándose de la cama.
- Sí, Concha. Ya lo he visto.
Sin
prestar atención a los mensajes que me llegan observo a Manu discutir
con su representante y maldigo. Si él tiene ese tono duro de voz que
tiene, no me quiero ni imaginar como será el de ella.
Incapaz
de seguir mirándolo cojo mi teléfono. Tengo infinidad de mensajes, de
Whatsapp, de todo, pero solo abro el de mi amiga Gloria que pregunta:
¿Has visto esto?
Sin
dudarlo abro el archivo adjunto y Manu y yo aparecemos discutiendo como
dos posesos, mientras los camareros y cocineros del evento nos miran y
hasta parecen reírse de nosotros.
¡Madre mía… madre mía! Qué genio nos gastamos el Manuelito y yo cuando nos ponemos.
Una
vez el vídeo acaba tiro el teléfono sobre la cama cuando Manu que está
parado a los pies me mira, se deja caer en ella y abriendo sus brazos
dice.
- Creo que lo mejor es que nos besemos.
Al
ver la curvatura en su boca, sonrío y reptando por la cama, me tumbo
sobre él y lo beso. Lo devoro consciente de lo mucho que me gusta y de
lo mucho que siento lo ocurrido.
Un beso nos lleva a otro…
Una caricia a otra…
Y enloquecida de deseo estoy cuando siento su mirada febril sobre la mía y le oigo exigir con voz llena de morbo y sensualidad.
- Abre tus piernas para mí.
Woooooooooooo ¡lo que me entra!
Solo con decirme esa frasecita me vuelve más loca de lo que estoy.
Cuando
se acopla entre mis piernas abiertas para él y siento su maravillosa y
apetecible erección entre ellas, sonrío gustosa. Y animándolo a que me
posea de aquella manera que él sabe que me gusta, susurro.
- Dámelo todo, estrellita.
Y me lo da.
¡Claro que me lo da!
Me da lo suyo, lo de su primo, lo de su amigo.
¡Dios qué placer!
No
me priva de nada de lo que deseo, de lo que le pido, mientras nuestros
cuerpos se mueven gustosos sobre la cama en busca de gozo y nuestras
respiraciones aceleradas nos enloquecen más y más.
Somos
dos animales en cuestiones de sexo y olvidándonos de vídeos y
problemas, nos dejamos llevar por el momento y la excitación y nos
hacemos el amor de tal manera que sin proponérnoslo, conseguimos llegar a
perder la razón.
Cuarenta
y siete minutos después, mientras los dos tumbados en mi cama miramos
el techo con las respiraciones aún entrecortadas por el buen ratito que
hemos pasado, siento que la mano de Manu coge la mía y murmura.
- Adoro hacer el amor contigo.
Sonrío. ¡A mí me apasiona!
Pero sin querer regalarle los oídos, pues imagino que muchas a lo largo de su carrera se los habrán regalado, respondo.
- No ha estado mal.
Manu me da un pellizco en el muslo. Estoy convencida de que deseaba escuchar otra cosa, cuando mirándome dice.
- No podemos volver a montar otro numerito de esos.
Consciente de que tiene razón asiento y afirmo.
28.
Tras una estupenda mañana
en la que sacamos a Flash a pasear, a la hora de comer cocino unos
filetitos empanados que hacen que nos chupemos los dedos.
Tirados en el sofá estamos cuando a las seis de la tarde suena mi teléfono.
Son
mis amigos Azu y Tomás, periodistas como yo, para recordarme que esa
noche tenemos la cena de despedida de un colega que se jubila.
Uf… se me había olvidado.
Llevamos preparando la cena de Agus meses y una vez cuelgo, miro a Manu y se lo explico.
- Ve tú. Yo no voy.
- Manu, son periodistas de fiar.
- No.
- Son mis amigos —insisto—. Confía en mi por favor.
- Raquel, confío en ti pero prefiero no ir.
Aquella actitud me joroba. Es una cena de amigos y parejas e insisto.
- Joder Manu ¿acaso no vamos a poder quedar con mis amigos nunca?
Este se levanta del sillón, se acerca a mí e indica.
- No quiero discutir contigo.
Su rotundidad me hace callar y tras darme un beso, coge su chaqueta y guiñándome un ojo dice.
- Ve a esa cena y pásalo bien.
Se va. No lo paro, aunque me acaba de destrozar el corazón al ver que no confía en mí.
Pero
mi sorpresa llega una hora después, cuando suena el portero de mi casa y
es él. Y al abrirse la puerta del ascensor, Manu me mira sonriendo y
dice.
- Confío en ti y cenaremos con tus amigos.
Sin poder evitarlo sonrió y lo beso. Me gusta que confíe en mí.
A
las nueve de la noche entramos en "La brasa" un restaurante argentino
de confianza donde vamos a celebrar la cenita. Azu y Tomás ya han
advertido al resto de compañeros quien es mi acompañante y todos aceptan
tratarlo como a uno más. Eso me gusta y siento que a Manu también.
Todos
disfrutamos de la cena y cuando Agus abre el regalo que entre todos le
hemos comprado, el pobre se emociona y con él la mayoría entre los que
me incluyo yo, que soy de lágrima fácil.
Acabada
la cena, el local lo cierran y nos quedamos dentro a tomar unas copas.
Observo que llegan otros compañeros y eso me alerta, hasta que Azu y
Tomás me aclaran que todos están advertidos de que Manu es un invitado
más y no se le puede molestar. Asiento y se lo agradezco.
Pero media hora después al mirar a Manu, siento que su gesto ha cambiado y al acercarme y ver que están con él Cuca y Raúl digo.
- Si no os importa, Manu quiere disfrutar de la fiesta.
Aquellos dos se miran y obviándome, Raúl prosigue.
- El que tú no confirmaras que estuviste con Rebeca McDonalson, no quiere decir que no estuvierais juntos ese verano.
Manu molesto me mira y responde.
- Simplemente asistimos a una fiesta donde había más gente.
- ¿Qué ocurrió con la actriz Lola Muñoz? —pregunta Cuca—. Porque con ella sí que nos consta que tuviste algo.
Aquella pregunta siento que incomoda a Manu y responde.
- Estamos en una fiesta ¿seríais capaces de disfrutarla?
Pero mis compis, ya han metido la directa y Cuca insiste.
- Adriana Steward ¿tampoco estuviste con ella?
Con
la mirada busco a Azu, o a Tomás, para que me ayuden. Necesito que
aquellos acaben con sus incómodas preguntas, antes de que me ponga a
repartir guantazos, cuando Raúl que es peor que una mosca cojonera,
indica.
- Rebeca, Lola y Adriana son bellezones ¿cómo un tío como tú se va a resistir a unas mujeres así?
Manu a cada instante más cabreado responde.
- Por suerte en mi trabajo estoy rodeado de bellezones ¿eso quiere decir que he de tener algo con todas?
Raul sonríe. Yo no. Cuando Cuca, que es para matarla, cuchichea.
-
Manu, eres una estrella del celuloide y lo raro es que alguien como tú,
que puede tener a la mujer que desee, tenga algo con una mujer como
Raquel.
¡Hasta aquí hemos llegado!
Como si yo fuera un toro de Miura, me meto en el centro y mirando a Raúl y Cuca siseo.
- ¿Por qué no os vais a la mierda de una santa vez?
Mis compañeros sonríen y se alejan cuando Manu murmura.
-
Está más que visto que vosotros, sois incapaces de separar la vida real
del jodido trabajo. Si veis una noticia ¡vais por ella!
Incómoda no sé qué decir. Tiene más razón que un santo cuando de pronto veo que entra en el local Lola Muñoz.
Ay Dios… ¡Ay Dios! ¿Pero quién narices la ha invitado?
Un
año atrás, Manu y ella tuvieron una relación que no acabó bien y tras
mirar a Raúl y ser consciente de que él la ha llamado voy a decir algo
cuando Manu que ya la ha visto suelta.
- ¡Joder! La que faltaba.
Azu alertada por quien ha entrado, se acerca a nosotros.
- Tranquilos. Esta se va de aquí a la de ¡ya!
Tiemblo. Me agobio y Manu mirándola dice.
- Mejor me voy yo.
—Nos vamos —aclaro yo.
Pero Lola como una bala se acerca a Manu, a mí ni me mira y dándole dos besos dice.
- Hola cariño.
- Hola Lola.
Uf… Uf…Uf… lo que me entra.
No me gusta cómo lo mira…
No me gusta cómo sonríe…
Y cuando aquella en plan divina divinona, por no decir putón verbenero dice:
- ¿Me pides un gin tonic cariño?
Estoy
a punto de saltar a lo Lara Croff sobre ella para aplastarla, cuando
Manu con caballerosidad me pide tranquilidad, le pide al camarero el
malditogGin tonic y una vez este lo deja sobre la barra, se lo entrega
al putón verbenero y dice.
- Ahora, aléjate de mí para tomártelo.
Sus
palabras me gustan. Me hacen sentir bien cuando sin esperárnoslo el gin
tonic de aquella zorrasca acaba sobre la cara de Manu.
Al ver aquello, mi primer instinto es empujarla ¿Pero qué ha hecho?
A Manu, le chorrea el gin tonic por el rostro y todos comienzan a mirarnos.
Azu
y Tomás intentan poner orden en aquel desaguisado mientras Lola chilla
lo que lleva guardando un añito y algún que otro flash nos ilumina.
Manu cabreado me coge de la mano, tira de mí y una vez llegamos a la puerta sisea.
- ¿Estás contenta?
Boquiabierta voy a contestar cuando aquel molesto gruñe.
- Te dije que no era una buena idea. Me fié de ti. Te dije que…
- Manu, me prometieron que…
- ¿Te prometieron? —vocea—. Joder Raquel, ¿pero en qué mundo vives?
Sé que él tiene razón, pero yo también siento que la tengo.
Durante
la cena ninguno de mis amigos periodistas lo ha molestado porque todos
se han comportado como las grandes personas que son. El problema ha
venido tras la cena con los que han entrado.
Manu abre la puerta del local para salir y ¡Dios santo!
Cientos
de flashes se disparan a nuestro alrededor. Todos los periodistas saben
que la estrella Manuel Beltrán está allí y yo me siento fatal.
Cierra
la puerta del local y Azu, Tomas y Agus le piden disculpas por lo
ocurrido. Están tan consternados como yo. Manu asiente y se separa de
nosotros mientras yo les advierto de la que hay liada fuera con la
prensa.
Al volverme para mirar a Manu lo veo con gesto serio hablando por teléfono y le oigo decir.
- Sí, Concha. Lo espero.
Una vez cuelga el teléfono, Manu me mira. ¡Ay Dios cómo me mira! Y un extraño escalofrío me cruza el cuerpo.
Diez
minutos después, ayudados por algunos amigos periodistas, conseguimos
atravesar la avalancha de fotógrafos hasta llegar al coche y cuando
arranca Manu mirándome sentencia.
- Esto no va a funcionar.
- ¿Qué? —murmuro en un hilo de voz.
Manu coge mis manos y mirándome a los ojos indica.
- Raquel, me gustas mucho, pero esto es una locura y creo que lo mejor es…
Ay Dios… ¡que intuyo lo que va a decir! Y antes de que lo diga suelto yo.
- Tienes razón. Esto no va a funcionar.
En silencio estamos durante todo el trayecto hasta que al llegar a mi casa, el coche para y él pregunta.
- ¿Quieres que hablemos?
Lo miro y niego con la cabeza.
El
silencio que nos ha acompañado durante el viaje ha hablado por nosotros
y abriendo la puerta simplemente digo con una sonrisa mientras bajo del
coche.
- Todo está hablado. Adiós Manu.
Sin mirar atrás camino hacia mi portal con dignidad mientras oigo como el coche arranca y se aleja.
Mantengo
el tipo hasta llegar al interior de mi casa y una vez cierro la puerta,
Flash viene a recibirme y agachándome para abrazarle, me permito llora.
Ahora sí.
29.
Pasan cinco días
desde el mayor desastre de mi vida y mis compañeros periodistas, se
enteran por la representante de Manu que lo nuestro se ha acabado.
No
quiero ni imaginarme la sonrisita de satisfacción de la jodida Concha,
al ver que ya no tendrá que volverme a ver, pero reconozco que lo que
más me enajena es ver que Manu, ni me llama, ni me escribe.
¿De verdad que lo nuestro se ha acabado?
Intento ser discreta.
No
quiero que nadie se apene por mí pero mis compis son muy pesados. Me
siguen, me acosan, no me permiten hacer mi trabajo y me agobio. Intento
hablar con ellos, pero nada ¡pasan de mis palabras!
De pronto he dejado de ser una compañera para ser una noticia ¡ymecagoentoooooo!
Recibo
un mensaje de Pedro, el fotógrafo. Al abrirlo veo una foto de Manu en
una glamurosa fiesta entrando de la mano de una mujer. ¡Idiota!
Su poder de recuperación por mi ausencia es increíble y mi compañero Pedro es un cabrito.
Al
día siguiente vuelvo a recibir otra foto de Pedro. En esta ocasión Manu
asiste al desfile de moda de Corroncho Mingal y sonríe con una
pelirroja.
Enfadada ya no solo con Manu, marco el teléfono de Pedro y siseó.
- ¿Quieres hacer el favor de dejar de enviarme fotos?
No veo el rostro de Pedro pero me sorprende cuando le oigo decir.
-
Si te las envío, es para que le hagas saber a ese gilipollas que es lo
que se pierde —no respondo. Si lo hago, le voy a decir de todo menos
bonito cuando aquel añade—. Me han dado un chivatazo y es que esta noche
irá a la inauguración de la…
Enfadada cuelgo. ¿Acaso me tiene que dirigir la vida?
Pero las palabras de Pedro me despiertan, me hacen ver que tiene razón.
Yo…
aquí sufriendo, mientras que el otro se divierte a lo grande, y tomando
las riendas de mi vida y recuperando mi mala leche, todo hay que
decirlo, marco el teléfono de Pedro, digo.
- ¿Dónde estará esta noche?
Oigo reír a Pedro. Al final no va a ser tan cabrito como creo e indica.
- Sala Carraste, a partir de las once de la noche.
Asiento, se lo agradezco y cuelgo.
Acto seguido, llamo a Gloria, Iker y a Jesús y quedo con ellos. Esta noche quiero juerga.
Tras
la cena, los cuatro nos dirigimos en las motos de Iker y Jesús, a la
sala en cuestión y por suerte el revuelo de la entrada de famosetes se
ha debido de acabar. Aquello está muy tranquilo.
Pedro,
al verme, en vez de tirarse a hacerme fotos, distrae a los compañeros
que esperan como él la salida de los famosetes y con una sonrisa se lo
agradezco.
Nerviosa
llego hasta la puerta de la sala. Saber que Manu está allí me hace
temblar, pero dispuesta a continuar con mi vida, me agarro al brazo de
Iker y con la mejor de mis sonrisas entramos en el local.
Nos
dirigimos a la barra y una vez pedimos con disimulo hago un escaneo de
la sala, hasta que lo encuentro. Esta junto a un grupo de trajeados
hablando.
¡Ay madre…. Ay madre lo que me hace el cuerpo al verlo!
De
pronto comienza a sonar por los altavoces la voz de Mark Ronson, junto a
Bruno Mars cantando Uptown Funk y la sala de fiestas se viene arriba.
Está más que claro que a todos nos gusta esa canción e Iker que es un
tío divertidísimo me mira y dice tirando de mí.
- Vamos Raquelita ¡bailemos!
Y
mira… como me encanta esa canción me dejo llevar y disfruto bailando
con Iker, mientras sonrío y hago el pavo sin pensar en nada más. De
nuevo vuelvo a ser la loca Raquel dueña de su vida y disfruto… disfruto y
¡disfruto!
Pero
cuando la canción acaba, e Iker y yo estamos abrazados me percato que
Manu, está mirándome, pero obviándole, me doy la vuelta y regreso a la
barra junto a Iker.
A
partir de ese momento me siento constantemente observada. Y mira, en
cierto modo hasta me gusta, mientras me observa a mí con cara de pez
estreñido, no tontea con las mujeres que se mueren porque les preste
atención.
A
las dos de la mañana, decidimos ir a otro local y cuando vamos hacia la
salida soy consciente de que Manu viene detrás de nosotros. Al salir
miro a Pedro y, sin dudarlo, le hago una seña y este rápidamente avisa.
- Chicos sale Manuel Beltrán.
Parado
por mis compañeros no consigue alcanzarme y una vez Iker arranca la
moto y, miro por el espejo retrovisor, el corazón me late a mil al ver a
Manu con cara de cabreo rodeado de fotógrafos.
Tras ir a un par de sitios más, me voy a dormir a casa de Gloria y al levantarme tengo un mensaje en el móvil de Pedro.
Esta noche, cine Godiva a las diez. Estreno de Bridges Jones´s Baby.
Pedro vuelve a avisarme ¡qué majo!
Sin
dudarlo, llamo a mi amigo Kevin, consigo entradas para el estreno de le
peli y allí que nos plantamos. Pero esta vez no soy discreta. Si mis
compis quieren fotos ¡se las doy! Y poso en el photocall con Kevin
cogida del brazo.
Manu que está
respondiendo a los periodistas cuando me ve, siento su incomodidad en la
mirada pero yo con dignidad paso por su lado y ocupo mis butacas. Y hay
que ver lo que me gusta la peli y lo identificada que me siento con
Bridget Jones.
Cuando
la película termina, y me levanto para marcharme, de pronto siento que
alguien me coge del brazo. Al mirar me encuentro con Manu. Por Dios…
¿puede cada día estar más guapo? Y dice.
- ¿Podemos hablar un momento?
Quiero decirle que sí. Necesito hablar con él, pero como ni yo misma me pillo en ocasiones, tras torcer el cuello, respondo.
- No. No tengo nada que hablar contigo.
Y
sin más, me voy de allí con Kevin, con la sensación de que esta vez le
he dado yo calabazas a la estrellita. Y oye… ¡me siento mejor!
A
partir de ese momento Manu entra en el juego y yo no dispuesta a que
mis compañeros me cataloguen como la nueva viuda de España porque un
súpermega actor haya pasado de mí, juego y juego sucio.
Me
dedico a pasarlo bien sin pensar en nada más, encontrándome con él en
mil sitios, mientras mi pobre madre horrorizada, no gana para disgustos
con tanta foto en la prensa.
Según ella, se me ha ido la cabeza.
Según yo, la siento perfectamente sobre mis hombros.
Al
final, Manu se marcha para Los Ángeles. Ha de iniciar el rodaje de su
nueva película, y al saberlo siento que el corazón se me encoge, pero
mirándome en el espejo me hago saber que cuando existe magia, no hace
falta buscarle el truco y sin duda, la magia no existió entre Manu y yo.
Pasan
dos meses y nos plantamos en diciembre. Siempre me gustó la Navidad,
pero este año, no sé si me va a gustar pues ando algo tontorrona, pero
saco mi lado guerrero y me obligo a quererme. Quizá no soy la tía más
guapa, ni la que tiene el pelazo más increíble, ni los dientes mas
perfectos, pero soy Raquel, una mujer curranta, a la que quiere su
familia y buena persona.
¿Qué más puedo pedir?
Bueno sí… por pedir… pedir… podría pedir… un poco de magia.
Pero no… ¡me niego!
Y tras mirarme al espejo, me pongo un gorro de lana negro y cogiendo la correa de Flash digo.
- Vámonos a dar un paseo.
Cuando
salgo de mi portal hace frío. Diciembre en Madrid puede ser matador,
pero dispuesta a tomar el aire con Flash, me cierro el abrigo y me lanzo
a la calle.
Como
siempre Flash va como un loco. A veces pienso si yo lo saco a él a
pasear, o él me saca a mí y cuando llego al parque lo suelto para que
corra y se desfogue. Ni qué decir que aquel comienza a correr como un
loco y yo sonriendo me siento en un banco a observarle.
Abstraída estoy mirándolo cuando escucho que alguien detrás de mi pregunta.
- ¿Podemos hablar?
Al escuchar esa voz miro hacia atrás y buenoooooo… bueno… buenoooo. Lo que me entra por el cuerpo es poco.
Manu en persona está allí y yo no puedo ni hablar.
30.
¡Mamasitalinda los calores que me entran!
Verlo allí cuando no lo esperaba me deja totalmente desubicada, pero con la mayor tranquilidad que soy capaz de tener respondo.
- Vaya… tú por aquí ¿qué se te ha perdido por estos barrios?
El gesto de Manu es confuso.
No sé si está enfadado o acojonado y como no dice nada, solo me mira, me levanto del banco donde estoy sentada y sacando ese endemoniado carácter que Dios me ha dado insisto.
- ¿Qué narices quieres?
Manu da la vuelta al banco para ponerse junto a mí e indica.
- Me equivoqué. Me enfadé contigo por algo que tú…
- Exacto —lo corto—. Te equivocaste —y al ver que la comisura de sus labios se curva, con toda mi mala leche suelto—. Como te estás equivocando, si te crees que porque plantes tu bonito culo ante mí, yo voy a perder el mío para perdonarte.
Parpadea. Mi estrellita no está acostumbrada a que una mujer le hable así y cuando va a decir algo, me doy la vuelta y grito.
- Flash ¡vámonos!
El mencionado para su carrera y, al ver a Manu, viene raudo y rápido, pero antes de que se acerque a él, lo agarro del collar y con voz de ordeno y mando siseo.
- ¡Quieto!
Mi pobre Flash se paraliza. Ni pestañea, cuando Manu dice.
- Escucha Raquel, sé que…
- Ah… ¿ahora sabes? —suelto furiosa—. Mira guapo, paso de seguir jugando al jueguecito de ahora sí, ahora no. Ahora voy con una rubia, ahora con una morena ¿y sabes por qué? —Manu ni se mueve—. Primero, porque me quiero. Segundo, porque me gusta mi trabajo y quiero seguir disfrutando de él, y tercero, porque no estoy dispuesta a sufrir por alguien que al menor problema, me deja tirada sin pensar en mis sentimientos. Por lo tanto… ¡airecito estrellita y déjame en paz!
Dicho esto, comienzo a caminar sujetando a Flash al que se le va a descuajeringar la cola de tanto moverla, por lo contento que está por ver a Manu. Aisss si es que mi perrín es un buenazo.
Sin mirar atrás sé que me sigue y soy consciente de que algunos lo reconocen y se paran a mirarlo y a hacerle fotos con el móvil.
Sigo y sigo hasta que llego a mi portal y sin dejarlo entrar le doy con la puerta en las narices y le digo adiós con la mano y una maquiavélica sonrisa.
Un minuto después, una vez cierro la puerta de mi hogar, me desinflo y tras soltar a Flash que se va derechito a su cazo de agua, yo voy derechita al grifo ¡también necesito agua!
El corazón me bombea con fuerza, lo ocurrido no lo esperaba, cuando escucho unos golpecitos en mi puerta y sin hacer ruido me acerco a ella. Miro por la mirilla y ¡oh Dios… oh Diosssss!
¿Pero cómo puede estar allí si yo no le he abierto la puerta del portal?
Manu vuelve a llamar e incapaz de quedarme callada siseo sin abrir.
- No sé qué haces aquí pero más vale que te pires, o te juro que soy capaz de llamar a alguno de mis compañeros para que venga y te haga fotos en la puerta de mi casa. Sin duda, verlas a tu querida representante le encantarán.
- Llámalos… no pienso irme sin hablar contigo. Y lo que piense Concha es lo que menos me importa en este momento, porque solo me importas tú.
¡Wooooo virgencitadelosalumbrados!… reconozco que su respuesta me gusta y tras unos segundos en silencio, insiste.
- Sé que lo nuestro es complicado. Tú periodista y yo actor. Se puede decir que estamos en bandos supuestamente contrarios pero te quiero, joder cariño ¡te quiero! Y sé que tú me quieres y eso es lo único que me importa. Raquel eres lo más verdadero, bueno y mejor que tengo en mi vida y reconozco que junto a ti, me siento mejor persona.
Boqueando como un pececillo lo escucho, cuando veo a través de la mirilla a mis vecinos abrir sus puertas y con todo el descaro del mundo mirarlo. Manu al verlos les sonríe y apoyando su frente en mi puerta prosigue.
- Escúchame cariño. Por ti estoy dispuesto a lo que quieras. Si he de trasladarme de nuevo a España, lo haré. Si he de rechazar papeles que interpretar, los rechazaré, pero lo que no voy a hacer es perderte a ti, porque sin ti me he dado cuenta que mi vida ya no tiene sentido.
- Muy bien muchacho —oigo decir a mi vecino Manolo—. Así se habla.
- Cariño —prosigue Manu tras sonreírle a aquel—. Por favor. Piénsalo. Piensa en los bonitos momentos que hemos pasado juntos y en los cientos de ellos que nos quedan por pasar. Raquel, metí la pata. Me enfadé. Me ofusqué y no pensé en nada más. Pero no verte, no tenerte, estar alejado de ti, me ha hecho darme cuenta de lo mucho que te necesito y te quiero y…
Uf… Uf… lo que me entra por el cuerpo mientras lo escucho.
Tras la puerta, el hombre que adoro, que amo, que venero, está diciéndome las cosas más bonitas e increíbles que nunca pensé que pudiera decirme y cuando mi corazón no puede más, abro la puerta, lo miró a los ojos y al ver que sonríe murmuro.
- No sigas...
- Cariño…
- He dicho que cierres la boca —insisto.
- Pero vecina ¿acaso no te gusta lo que el muchacho te dice? —suelta Alfonsi la cotilla del segundo.
Manu y yo nos miramos y omito decir que de aquel ¡me gusta todo! Pero al final, moviendo la cabeza suspiro y mirándole a los ojos afirmo.
- Yo también te he echado de menos.
La sonrisa de mi estrellita se agranda y deseosa de tenerlo entre mis brazos susurro.
- Ya estás tardando en besarme.
No pasan ni dos segundos cuando ya me devora.
¡Mamacitalindaaaaaaaa cómo me gustan sus tórridos besos!
Mis vecinos aplauden. Menuda función mañanera les estamos ofreciendo en vivo y en directo y sin separar nuestros labios, introduzco a Manu dentro de mi casa, cierro la puerta y como los depredadores sexuales que somos, nos desnudamos y nos hacemos el amor con vehemencia.
Durante horas no existe teléfono, ni email, ni whatsapp ¡ni nada! Solo existimos él y yo y cuando por la tarde decidimos hacer un parón para no deshidratarnos, tumbados sobre la cama, mientras miramos el techo, sudorosos pero felices, Manu pregunta.
- ¿Esto quiere decir que volvemos a estar bien?
Su pregunta me hace sonreír y respondo.
- Creo que esto quiere decir que estamos como dos cabras.
Ambos reímos por aquello. Sabemos que lo nuestro no va a ser fácil, cuando volviéndose hacia mí, abrazándome dice.
- En estos momentos estoy en pleno rodaje y he de regresar mañana a California o el director me matará por irme sin avisar. Pero una vez acabe la película, puedo trasladarme definitivamente a España y…
- No —lo corto—. No quiero que lo hagas.
Manu me mira. Su rostro se crispa y pregunto.
- ¿De verdad dejarías tu vida y trabajo en California por vivir en España?
- Por supuesto. Donde tú estés, quiero estar yo.
Aisss Dios mío ¡si es que me lo como! Y sonriendo susurro.
- Siempre he querido vivir en California.
Boquiabierto me mira. Levanta las cejas. Quiere que le explique lo que acabo de decir, pero creo que mi sonrisa lo explica todo y emocionado susurra.
- Allí tengo muy buenos contactos en la prensa, y si tú quieres...
- ¡Quiero! —afirmo encantada—. Quiero que ambos hagamos lo que nos gusta.
Manu se sienta en la cama. Está nervioso. No esperaba el giro que le estoy dando a los acontecimientos y cogiéndome las manos murmura.
- ¿Qué te parece si mañana te vienes conmigo a California y ves lo que te pueden ofrecer allí? Quedan tres semanas para Navidad y prometo que el 29 de diciembre estaremos aquí para pasar los últimos días del año con ambas familias.
Su proposición me gusta… ¿Acepto o no?
31.
Y como soy una romántica empedernida, acepté su proposición y…
¡Estoy en Los Ángeles!
Acompaño a Manu al rodaje de su última película y reconozco que me lo paso bomba.
Ver los entresijos que tiene su trabajo y cómo se gesta lo que luego siempre he visto en la gran pantalla, es una pasada.
La película que rueda es de romanos y ¡mamacitalinda cómo está mi churri de romano!
Boquiabierta estoy mirándole rodar su escena, cuando siento que alguien se sienta en la silla que tengo al lado y al mirar, bueno… bueno… buenooooo… creo que me va a dar un ataque.
Por el amor de Dios ¡Gerard Butler vestido de romano!
Intento contener las ganas que tengo de chillar, de sacar el móvil para hacerme un selfie con él y de mil cosas más, cuando este me mira y con una increíble, radiante y maravillosa sonrisa pregunta.
- ¿Te gusta lo que ves?
Uf… Uf…
¿Que si me gusta lo que veo pregunta?
Gerard es uno de mis actores preferidos. Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez en la película 'Atila, el Rey de los Hunos' y posteriormente en otra llamada 'Timeline' y me enamoré locamente de él. Y ahora… ahora lo tengo delante de mí y solo puedo mirarlo como si fuera medio tonta.
Cuando consigo reaccionar de la impresión de tener a ese pedazo de tiarrón, a un palmo escaso de mí, respondo.
- Para alguien que es ajeno al mundo del cine, es curioso ver cómo se hace una película.
Gerard sonríe. ¡Madrecilalinda qué sonrisa que tiene el polluelo en vivo y en directo!
Yo también sonrío, cuando de pronto, me tiende la mano y dice.
- Soy Gerard ¿y tú eres?
- Mi novia —oigo que dice de pronto Manu.
Al mirar hacia la derecha, allí tengo a mi potentorro novio vestido de romano, que todo sea dicho ¡está increíble! Y mirando a Gerard indica.
- Gery, ella es mi novia, Raquel.
Gerard sonríe…
Yo… ni te cuento…
¡Esto es surrealista!
Al final, Manu sonríe también y Gerard levantándose de la silla, coge mi mano, me besa los nudillos y guiñándome el ojo murmura divertido.
- Un placer conocerte Raquel. Espero verte por aquí más a menudo.
Nada más decir eso mira a Manu, ambos con complicidad sonríen y yo me siento la tía más buenorra de mundo mundial, al estar siendo halagada por aquellos dos titanes.
Instantes después Gerard se marcha y no puedo evitar no mirarlo. Uf… qué muslos y qué espaldas y que porte al andar que tiene el puñetero. Y cuando siento la mirada de Manu que me observa lo miro y aclaro.
- Cariño, ese hombre siempre ha tenido el título de ¡hombre de mis sueños! Para mí era el número uno, pero llegaste tú y le quitaste el título y la posición.
Manu sonríe. Me da un beso en los labios y cuando el director de la película lo llama, antes de alejarse para seguir los pasos de Gerard, afirma.
- Me alegra saber que soy tú número uno.
Divertida lo observo mientras se aleja y disfruto del rodaje, sintiendo que es verdad lo que he dicho. Gerard me gusta, pero Manu, mi Manu, me tiene locamente enamorada.
Por la tarde, mientras mi churri continúa en su rodaje, yo voy a una entrevista de trabajo. Manu ha hablado con unos buenos amigos, dueños de una revista y voy a hacer una entrevista.
Cuando entro en el moderno edificio me gusta lo que veo ¡Qué pasote de lugar! Y cuando diez minutos después me recibe una mujer llamada Caty simplemente me dejo llevar por la situación.
Una vez entramos en un despacho, Caty me presenta a un tipo llamado Russell y tras sentarnos ante una redonda mesa de cristal rosa, les enseño en documentos mi valía como periodista. Con atención ven mis trabajos y no me sorprendo al sentirme segura ante aquellos. No tengo un pelo de tonta y sé mi valía, pero mi sorpresa es mayúscula cuando me ofrecen llevar una sección semanal en dos de sus revistas en las que tendría que entrevistar a celebridades a nivel mundial.
Aquello me pilla por sorpresa. Aquel trabajo, es mucho mejor de lo que yo esperaba y ya cuando hablamos de dinero, no sé ni qué decir.
Bueno…bueno…bueno… lo que esta gente me ofrece al mes, no lo gano yo ni trabajando dos meses seguidos sin parar un segundo en España, pero no acepto. Prefiero estudiar bien la oferta para no equivocarme y una vez me despido de ellos y quedo en responder una vez pasen las Navidades, salgo de las oficinas y me siento feliz.
Estoy feliz porque mi corazón está lleno de amor por Manu, Flash y mi familia y mi vida laboral siento que puede ir ¡de lujo!
Como Manu está en el rodaje y sé que hasta las seis o así no regresará a casa, me voy a Rodeo Drive. He oído tanto hablar de esa famosa calle, que deseo verla por mí misma y más siendo Navidad. Una vez llegó allí, el glamour y los Papás Noeles de la zona me abducen.
¡Qué maravilla de lugar!
Durante horas paseo por aquel precioso sitio, mientras miro escandalizada el precio de las cosas. Pero claro, estamos en Rodeo Drive ¿Qué voy a esperar?
Pienso en la oferta de trabajo y me hace sonreír. Siento que aquello puede ser algo excelente para mí y a cada instante me emociono más y más.
Tras mirar mi reloj decido parar un taxi y regresar a la preciosa mansión de Manu. Estoy deseando verle para contarle mi entrevista de trabajo.
Una vez llego a la mansión y saludo a Giusepina, la mujer que se encarga de que todo allí funcione a las mil maravillosas, y cuando se va a su casa me quedo sola. Manu no ha llegado todavía y decido darme una ducha, por lo que entro en el precioso baño, doy a un botoncito que hay en la pared y la voz de Michael Buble cantando Nobody but me, comienza a sonar.
Esa canción me da muy buen rollo cada vez que la escucho y bailoteando me desnudo y me meto en la ducha.
Gustosa abro el grifo y el agua comienza a correr por mi cuerpo, mientras yo canto a voz en grito aquella bonita canción, hasta que de pronto escucho la voz de Manu canturrear y aparece totalmente desnudo ante mí y divertido dice.
- Cantas fatal pero estoy loco por ti.
Divertida sonrío, me tiro a sus brazos, lo beso y nos hacemos el amor.
¡Lo quiero… lo adoro… lo amo!
Dos horas después, tras una increíble ducha llena de morbo, besos y sexo, estamos sentados en albornoz en los taburetes que tiene junto a la isla azulada de la cocina. Le hablo de mi entrevista de trabajo y una vez acabo pregunta.
- Te siento emocionada ¿has pensado ya qué quieres hacer?
Lo miro, suspiro y asiento.
Sé que es una locura lo que estoy dispuesta a decir pero ¿qué sería la vida sin esta locura? Y consciente de que mi vida va a cambiar en todos los sentidos afirmo.
- Sí.
Manu es impaciente e insiste.
- ¿Y?
Consciente de que lo he despistado por mi gesto serio, respondo.
- Creo que quiero ver más a menudo a Gerard Butler —Manu parpadea. No entiende lo que digo e incapaz de no reír a carcajadas afirmo rodeando con mis brazos su cuello—. A mi madre le vamos a dar el disgusto del siglo cuando sepa que dejo España y prepárate porque Flash, una vez llegue, te va a comer el precioso jardín que tienes —Manu sonríe y yo prosigo—. Eres mi número uno y quiero lanzarme a esta aventura contigo, y…
No puedo decir más.
Manu me acerca a él y me besa con posesión. Me besa como siento que no me ha besado nunca y cuando nuestras bocas se separan, con una preciosa sonrisa, asiente y afirma sonriendo.
- Te quiero y tú también eres mi número uno.
Capítulo 31.
Y como soy una romántica empedernida, acepté su proposición y…
¡Estoy en Los Ángeles!
Acompaño a Manu al rodaje de su última película y reconozco que me lo paso bomba.
Ver los entresijos que tiene su trabajo y cómo se gesta lo que luego siempre he visto en la gran pantalla, es una pasada.
La película que rueda es de romanos y ¡mamacitalinda cómo está mi churri de romano!
Boquiabierta estoy mirándole rodar su escena, cuando siento que alguien se sienta en la silla que tengo al lado y al mirar, bueno… bueno… buenooooo… creo que me va a dar un ataque.
Por el amor de Dios ¡Gerard Butler vestido de romano!
Intento contener las ganas que tengo de chillar, de sacar el móvil para hacerme un selfie con él y de mil cosas más, cuando este me mira y con una increíble, radiante y maravillosa sonrisa pregunta.
- ¿Te gusta lo que ves?
Uf… Uf…
¿Que si me gusta lo que veo pregunta?
Gerard es uno de mis actores preferidos. Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez en la película 'Atila, el Rey de los Hunos' y posteriormente en otra llamada 'Timeline' y me enamoré locamente de él. Y ahora… ahora lo tengo delante de mí y solo puedo mirarlo como si fuera medio tonta.
Cuando consigo reaccionar de la impresión de tener a ese pedazo de tiarrón, a un palmo escaso de mí, respondo.
- Para alguien que es ajeno al mundo del cine, es curioso ver cómo se hace una película.
Gerard sonríe. ¡Madrecilalinda qué sonrisa que tiene el polluelo en vivo y en directo!
Yo también sonrío, cuando de pronto, me tiende la mano y dice.
- Soy Gerard ¿y tú eres?
- Mi novia —oigo que dice de pronto Manu.
Al mirar hacia la derecha, allí tengo a mi potentorro novio vestido de romano, que todo sea dicho ¡está increíble! Y mirando a Gerard indica.
- Gery, ella es mi novia, Raquel.
Gerard sonríe…
Yo… ni te cuento…
¡Esto es surrealista!
Al final, Manu sonríe también y Gerard levantándose de la silla, coge mi mano, me besa los nudillos y guiñándome el ojo murmura divertido.
- Un placer conocerte Raquel. Espero verte por aquí más a menudo.
Nada más decir eso mira a Manu, ambos con complicidad sonríen y yo me siento la tía más buenorra de mundo mundial, al estar siendo halagada por aquellos dos titanes.
Instantes después Gerard se marcha y no puedo evitar no mirarlo. Uf… qué muslos y qué espaldas y que porte al andar que tiene el puñetero. Y cuando siento la mirada de Manu que me observa lo miro y aclaro.
- Cariño, ese hombre siempre ha tenido el título de ¡hombre de mis sueños! Para mí era el número uno, pero llegaste tú y le quitaste el título y la posición.
Manu sonríe. Me da un beso en los labios y cuando el director de la película lo llama, antes de alejarse para seguir los pasos de Gerard, afirma.
- Me alegra saber que soy tú número uno.
Divertida lo observo mientras se aleja y disfruto del rodaje, sintiendo que es verdad lo que he dicho. Gerard me gusta, pero Manu, mi Manu, me tiene locamente enamorada.
Por la tarde, mientras mi churri continúa en su rodaje, yo voy a una entrevista de trabajo. Manu ha hablado con unos buenos amigos, dueños de una revista y voy a hacer una entrevista.
Cuando entro en el moderno edificio me gusta lo que veo ¡Qué pasote de lugar! Y cuando diez minutos después me recibe una mujer llamada Caty simplemente me dejo llevar por la situación.
Una vez entramos en un despacho, Caty me presenta a un tipo llamado Russell y tras sentarnos ante una redonda mesa de cristal rosa, les enseño en documentos mi valía como periodista. Con atención ven mis trabajos y no me sorprendo al sentirme segura ante aquellos. No tengo un pelo de tonta y sé mi valía, pero mi sorpresa es mayúscula cuando me ofrecen llevar una sección semanal en dos de sus revistas en las que tendría que entrevistar a celebridades a nivel mundial.
Aquello me pilla por sorpresa. Aquel trabajo, es mucho mejor de lo que yo esperaba y ya cuando hablamos de dinero, no sé ni qué decir.
Bueno…bueno…bueno… lo que esta gente me ofrece al mes, no lo gano yo ni trabajando dos meses seguidos sin parar un segundo en España, pero no acepto. Prefiero estudiar bien la oferta para no equivocarme y una vez me despido de ellos y quedo en responder una vez pasen las Navidades, salgo de las oficinas y me siento feliz.
Estoy feliz porque mi corazón está lleno de amor por Manu, Flash y mi familia y mi vida laboral siento que puede ir ¡de lujo!
Como Manu está en el rodaje y sé que hasta las seis o así no regresará a casa, me voy a Rodeo Drive. He oído tanto hablar de esa famosa calle, que deseo verla por mí misma y más siendo Navidad. Una vez llegó allí, el glamour y los Papás Noeles de la zona me abducen.
¡Qué maravilla de lugar!
Durante horas paseo por aquel precioso sitio, mientras miro escandalizada el precio de las cosas. Pero claro, estamos en Rodeo Drive ¿Qué voy a esperar?
Pienso en la oferta de trabajo y me hace sonreír. Siento que aquello puede ser algo excelente para mí y a cada instante me emociono más y más.
Tras mirar mi reloj decido parar un taxi y regresar a la preciosa mansión de Manu. Estoy deseando verle para contarle mi entrevista de trabajo.
Una vez llego a la mansión y saludo a Giusepina, la mujer que se encarga de que todo allí funcione a las mil maravillosas, y cuando se va a su casa me quedo sola. Manu no ha llegado todavía y decido darme una ducha, por lo que entro en el precioso baño, doy a un botoncito que hay en la pared y la voz de Michael Buble cantando Nobody but me, comienza a sonar.
Esa canción me da muy buen rollo cada vez que la escucho y bailoteando me desnudo y me meto en la ducha.
Gustosa abro el grifo y el agua comienza a correr por mi cuerpo, mientras yo canto a voz en grito aquella bonita canción, hasta que de pronto escucho la voz de Manu canturrear y aparece totalmente desnudo ante mí y divertido dice.
- Cantas fatal pero estoy loco por ti.
Divertida sonrío, me tiro a sus brazos, lo beso y nos hacemos el amor.
¡Lo quiero… lo adoro… lo amo!
Dos horas después, tras una increíble ducha llena de morbo, besos y sexo, estamos sentados en albornoz en los taburetes que tiene junto a la isla azulada de la cocina. Le hablo de mi entrevista de trabajo y una vez acabo pregunta.
- Te siento emocionada ¿has pensado ya qué quieres hacer?
Lo miro, suspiro y asiento.
Sé que es una locura lo que estoy dispuesta a decir pero ¿qué sería la vida sin esta locura? Y consciente de que mi vida va a cambiar en todos los sentidos afirmo.
- Sí.
Manu es impaciente e insiste.
- ¿Y?
Consciente de que lo he despistado por mi gesto serio, respondo.
- Creo que quiero ver más a menudo a Gerard Butler —Manu parpadea. No entiende lo que digo e incapaz de no reír a carcajadas afirmo rodeando con mis brazos su cuello—. A mi madre le vamos a dar el disgusto del siglo cuando sepa que dejo España y prepárate porque Flash, una vez llegue, te va a comer el precioso jardín que tienes —Manu sonríe y yo prosigo—. Eres mi número uno y quiero lanzarme a esta aventura contigo, y…
No puedo decir más.
Manu me acerca a él y me besa con posesión. Me besa como siento que no me ha besado nunca y cuando nuestras bocas se separan, con una preciosa sonrisa, asiente y afirma sonriendo.
- Te quiero y tú también eres mi número uno.
FINAL
Mi querid@ Guerrer@,
Como bien me prometió Manu, regresamos a Madrid para celebrar las Navidades con nuestras familias.
Unas Navidades muy especiales para mí y que siento que las disfruto el doble por tenerle a él a mi lado.
Si el año pasado me hubieran dicho que iba a finalizar 2016, enamorada hasta las trancas de mi vecino de niñez, que no es otro que el súper famoso actor Manu Beltrán y que él estaría tan enamorado de mí, nunca lo hubiera creído.
Pero está visto que las cosas ocurren cuando menos lo esperas ¡y eso me ha ocurrido a mí!
Mi madre cada vez que me mira llora ¡ay pobre! Aunque la de Manu la anima cada vez que la ve llorar y le recuerda que el amor, es lo más bonito del mundo y de eso, en este instante, su hijo y yo estamos repletos.
A mi madre le apena que me vaya tan lejos a vivir porque según ella ¿a quién le va a preparar los tupper de cocido los sábados y de paella los domingos?
Sonrío mientras la escucho y ella hace pucheros y al final hemos llegado a un acuerdo. Flash se queda con ella en su casa. Me cuesta horrores dejar a mi bichito en España y yo irme lejos, pero si soy fría y pienso en su bienestar, Flash, estará mejor cuidado por mi madre que por mí, y no solo porque esos tupper que yo no me voy a comer, se los va a comer él.
Mamá se alegra mucho por mí y mi felicidad, como sé que te alegras tú.
Si te cuento esto es porque ella, al igual que tú, siempre habéis sido las que me habéis animado a perseguir mis sueños por muy difíciles que fueran. Y si además de un excelente trabajo, en ese sueño hay un maromo que está loco por mí ¡mejor que mejor!
Mis amigos se sorprenden por mi decisión. Nunca imaginaron que por amor yo fuera capaz de dejarlo todo para comenzar de nuevo y mira ¡me gusta sorprenderlos! Aunque a mi Gloria no le ha sorprendido, porque según ella, la chifladura siempre me acompañó y esperaba que hiciera una locura por amor tarde o temprano. Pero lo que nunca imaginó, es que esa locura la cometería por un actorazo de Hollywood.
¡Qué fuerte… es que yo todavía casi ni me lo creo!
Mis compañeros de trabajo, algunos rabian por mi buena suerte en el amor y en el trabajo y otros se alegran infinitamente. Y mira, no me gusta ser mala, pero oye… los que rabian ¡que rabien! Porque mientras ellos pierden el tiempo en hacerlo, yo lo disfruto siendo feliz.
De la mano de mi chico, paseamos por Madrid, vemos las luces de Navidad, disfrutamos con Flash, mimamos a nuestras madres y cenamos con nuestros amigos. Aprovechamos para hacer todo lo que nos apetece, sin importarnos que los periodistas y fotógrafos nos persigan, ni nos vean besarnos donde nos apetezca.
Se puede decir que gracias a ti, Manu y yo estamos en ese momento en el que lo único que nos importa, somos él y yo, y como decía cierta canción… y lo que digan los demás está de más.
Incluso Concha, la manager de mi amorcete ha cambiado. Manu me comentó que había hablado con ella y que le había dejado claro ciertas cosas, y por lo que veo, la mujer se lo toma en serio, pues las veces que me ve, me sonríe y siento en ella una afectividad que antes no sentía.
Mientras te cuento esto, estoy en mi habitación rodeada de recuerdos y cajas preparadas para la mudanza, mientras Manu está dormido como un ceporro sobre la cama de mi habitación.
Lo creas o no, necesito despedirme de ti. De la persona que semana a semana ha seguido mi vida, ha mandado su fuerza para que mi relación no acabara y ha deseado que lo mío, como en las películas que salen en la televisión, terminara bien. Y por ello te quiero dar las gracias.
Gracias por tu cariño y fidelidad.
Y por supuesto, gracias por estar cada jueves pendiente de mí.
Has sido parte activa en esta historia, y quiero que sepas que en el amor, da igual ser actor, periodista, panadera o cajero, porque cuando realmente existe magia entre dos personas, lo único que manda es el corazón.
Y visto que la magia existe para mí ¿por qué no ha de existir para ti?
Estoy convencida de que existe para todos y que cuando menos lo esperes, llegará a ti y sabrás aprovecharla, como gracias a ti la estoy aprovechando yo. Y aunque no me veas físicamente a tu lado, quiero que sepas y sientas que te apoyo tanto como tú me has apoyado a mí.
GRACIAS por todo tu cariño. Que tengas una estupenda Navidad y que el 2017 que va a entrar, sea infinitamente mejor que el que se va, y por favor… ¡Sé feliz, sueña y vive!
Con todo mi cariño para mis Guerrera/os
Megan Maxwell