OPINIÓN
Los protagonistas de esta historia son Helen,
abogada perfecta, con la vida resulta que comete el error de enamorarse de su
jefe y Patrick Baker, ídolo de la adolescencia de muchas jóvenes, entre las que
se encuentra Helen.
Y diréis lío entre una estrella de la televisión y
una abogada exitosa, guapa, perfecta…¿dónde está lo raro?
Pues esto es lo más divertido, Helen al enamorarse
de su jefe y este “rechazarla” por decirlo de algún modo decide pasarse una
temporadita en su casa replanteándose su vida, ya no se viste, ni se peina, ni
se arregla de forma adecuada…parece más bien una indigente, pero su vecino Ryan
al que adoraremos desde el minuto uno por su descaro, sinceridad y por lo buen
amigo que es, no la deja sola y le consigue un trabajo.
Es en este momento en el que una desaliñada Helen, a
la que podríamos comparar con Betty la fea, aunque ya sé que las comparaciones
son odiosas, pone un pie en su nuevo trabajo el éxito y eficacia están
asegurados, no tanto la presencia, pero bueno ya sabemos que eso son daños
colaterales XD
Esta chica centrada, madura, eficiente, pero no muy
agraciada (según su nuevo aspecto, aunque las lectoras desde el comienzo
sabemos que no es el patito feo que todos piensan sino un precioso cisne
blanco) es todo lo contrario de nuestro ególatra estrella de la televisión
Patrick, guapo, informal, arrogante, inmaduro…¿podrán estos dos polos opuestos
atraerse?, ¿conseguirá Helen cumplir su sueño con su ídolo de la adolescencia?
Para conocer la respuesta a estas preguntas tendréis
que comenzar ya su lectura chicas =)
Debo deciros que no es una novela muy romántica o
erótica, pero sí muy divertida. A cada dos frases me estaba riendo, los
diálogos me han parecido geniales, así que aunque la historia no sea nada del otro
mundo, la recomiendo.
Si a estos diálogos tan cómicos y estimulantes, les
sumamos que Patrick tiene un hermano súper maduro y trajeado, plan Grey
(prototipo que pone muy caliente a nuestra protagonista), que al representante
de Patrick le gusta Helen y que presenciamos algún que otro trio y orgia entre
medias…pues la cosa se sale de madre. Pero no os asustéis que no es nada como
la trilogía Pídeme lo que quieras,
así que tranquilas, todo es mucho más light.
Otro aspecto que llama la atención será el nombre de
“mi fiera” que saldrá seguido en la novela, ¿haciendo propaganda al segundo de Entrégate de Mariel Ruggieri? Ejem ejem,
supongo que no, pero bueno, será que no hay apelativos que ahora todos tenemos
que usar el mismo jajaja. Otro tópico usado por muchos autores es meter en sus
novelas a personajes de otras anteriores como ocurre en esta al incluir aquí a
los protagonistas de En tus brazos.
Para concluir diré que la novela te deja con ganas
de más, ya que ella no termina de abrirse completamente y todos se quedan tan
contentos, pero las lectoras, o por lo menos yo no, ¿qué es eso de dejarnos a
medias eh eh eh? Jajaja si os ha pasado lo mismo, compartidlo con nosotras =)
A modo de final y para dejaros con las ganas os dejo
aquí unos fragmentos sin desperdicio pero que revelan mucho, así que a las que
os vaya a estropear el libro no lo leáis =P :
Helen
y Ryan:
—Te llevaré en la moto;
con el casco puesto al menos no te reconocerá nadie, porque, la verdad, si se
te ocurre coger el metro, puedes causar un descarrilamiento.
—Gilipollas —rezongó
sonriendo ante las tonterías de Ryan.
--
—Si de mí dependiera,
sabes perfectamente que ella podría ir a todas las fiestas habidas y por haber
—apuntó desdeñando la invitación como si fuera un evento mortalmente aburrido
o, peor aún, uno de esos actos familiares a los que se asiste por obligación.
—Ya...
pero tú te has llevado el gato al agua, es decir, te has quedado con el
guaperas y ella tendrá que verlo por la tele —comentó recostándose en su silla
y añadió, no sin cierta malicia—: ¿Qué les das, pájara? Porque también tienes
al buenorro del representante rondándote...
--
—Sólo está
conmigo por capricho —alegó menospreciándose a sí misma y dando por hecho que
él le daría la patada en cualquier momento, riéndose de ella y sin tener en
cuenta para nada sus sentimientos.
—¿Y?
Joder, precisamente por eso debes tenerlo claro. ¿Él quiere pasar un buen rato?
Pues tú lo mismo. ¿Él se encapricha de otra? Que te quiten lo bailao
Patrick
y su representante:
—Eres imposible,
no sé por qué me molesto en buscarte papeles y en ser tu amigo —adujo negando
con la cabeza.
Tentado
estaba de dejarlo tirado en la cuneta. Hasta los cojones estaba de observar
cómo se autodestruía día a día.
—Porque
eres un tío estupendo, nos conocemos desde niños y me quieres mucho, como la
trucha al trucho —apuntó continuando con su choteo.
--
—¿Has sufrido una
especie de revelación divina que te impulsa a tirarle los tejos a una fea?
—inquirió sentándose de cualquier manera en una de las sillas allí dispuestas.
—No seas
desagradable, por favor. Helen es una profesional.
—¿Helen?
Vaya, vaya, si ya nos tuteamos... —se pitorreó sin piedad arqueando una ceja
ante la familiaridad de su colega.
«A saber
qué tipo de negociaciones ha llevado este hombre en mi nombre», pensó.
—Oye, no
todas las secretarias tienen por qué ser modelos de pasarela —comentó volviendo
a ser políticamente correcto—. Y calla, que viene.
..
—Es que no se habla de
otra cosa —continuó Patrick sin importarle para nada que sus comentarios
pudieran resultar ofensivos—; cuando el otro día lo oí en los pasillos... pensé
que de nuevo estaba borracho, joder, la Fea y tú. —Lo señaló con el tenedor—.
Sabía que eras tan pervertido como yo, pero lo cierto es que me superas. —Ese
último comentario lo impregnó de un tono casi dolido; eso de quedar el segundo en
la competición de pervertidos no le gustaba.
—No
sufras, a ti, a vicioso y retorcido, no te gana nadie —rezongó Ewan manteniendo
la calma.
Es lo que
suele suceder cuando entre dos personas existe tan alto grado de confianza.
—No sé
yo... —se burló tentado de beberse toda la botella de vino, y a morro, ya que
tras el paréntesis de la comida debía volver al estudio y cada vez se le hacía
más cuesta arriba eso de seguir un patrón de rodaje, por no mencionar a la
morritos star de compañera que tenía, que le volvía loco, en el mal sentido de
la palabra, por supuesto. Entonces cayó en la cuenta de un hecho habitual en su
representante, una hábil maniobra para evadir el verdadero tema de
conversación, así que volvió a preguntar, dispuesto a llegar al fondo de la
cuestión para poder dormir tranquilo o buscarle el teléfono de un buen
psicólogo, o psicóloga, para que fuera más entretenido—: ¿Te has tirado o no a
la Fea?
—¿Te
interesa a ti? —preguntó Ewan a su vez, esquivando de nuevo la cuestión.
—Podría
ser —mintió, porque sólo de imaginarlo se estremecía.
—¿Y por
qué no la compartimos? —lo tentó sin perder la calma, ya que no merecía la pena
enervarse.
Cualquiera
que los escuchara los mandaría directamente al infierno por hablar así de una
mujer.
—Hace
mucho que no hacemos algo así, la verdad —convino Patrick rememorando viejos
tiempos mientras sonreía al recordarlos—. ¿Qué nos ha pasado, Ewan? ¿Por qué?
¿Cómo hemos llegado a este punto muerto? Dime, por remota que sea, que existe
una posibilidad de arreglar lo nuestro —recitó en tono bromista, imitando a
esas parejas que después de un tiempo ya no saben por qué siguen juntas o por
qué se separaron.
—La edad,
supongo —adujo esbozando media sonrisa por el tono de guasa empleado.
Como
excusa era una mierda, pero no tenía ninguna otra a mano y seguía un poco la
estela del cachondeo
--
Despertarse cuando aún
no ha amanecido del todo y darse cuenta de que lo sucedido la velada anterior
no es producto de tu imaginación, sino más bien de tu inconsciencia, debería
bastar para decidir poner pies en polvorosa, previo cambio de identidad, y no
regresar jamás
—¡Es mi mujer!
—exclamó Patrick con recochineo señalando con la barbilla a la petarda star.
—No me
jodas —masculló Ewan ayudándola a taparse—, no me jodas.
Y como
pasa siempre en estos casos, cuanto más veloz quieres ir, más se atasca la
ropa.
—Estábamos
intentando arreglarlo... —continuó el actor metido en su papel de marido
ultrajado—. Y tú, mi mejor amigo, te la estabas tirando, ¡y en mi sofá, donde
tantas noches he pasado en vela pensando en cómo recuperarla!
—No te
pases —rezongó el representante achicando los ojos ante el tono marcadamente
guasón disfrazado de lastimero
Patrick
y Helen:
—Vas a dejarme
marcas —gimió arqueándose bajo su toque.
Patrick
levantó un instante la vista y parpadeó asombrado con la estampa que tenía ante
él: la expresión de completa entrega de ella, sin rastro de artificios o poses
calculadas que tanto le jodían.
Durante
unos fugaces segundos se le pasó por la mente la absurda idea de que su
asistente podía significar algo más que unos cuantos memorables revolcones.
Negó con la cabeza, dispuesto a concentrarse en el plano físico; sin embargo,
tuvo que esforzarse por desechar esa idea, atendiendo para ello lo más
evidente: su polla.
—Un poco más
fuerte —gimió arqueándose aún más para que él pudiera atender su ruego.
—Viciosilla...
—bromeó antes de obedecer como un perro bien entrenado por su amo, porque,
aunque no lo reconocería ni muerto porque de hacerlo sería como recibir una
patada en los mismísimos, con una mujer como ésa empezaba a mostrarse mucho más
dócil y obediente, lo que no dejaba de ser preocupante en el caso de tener
suficiente sangre en el cerebro como para pensar con nitidez.
No son jóvenes
precisamente, rondan la cuarentena, luego sabemos que ella es más joven trinta
y pocos
Max Nicole de
entregate¿? Ella abogada el estrella del futbol
No sabe aceptar un no
por respuesta
—No sé qué estás
pensando, pero me gusta... —murmuró Patrick divertido.
Deslizó la mano hacia
abajo, empapándose la manga de la camisa, para llegar a su sexo y poder jugar
un poco entre sus piernas.
—No.
—¿No? —se burló dejando
que su índice fuera separando poco a poco sus labios vaginales hasta encontrar
su clítoris y presionar—. Me parece que va a ser que sí
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