sábado, 15 de noviembre de 2014

QUIERO LO MISMO QUE TÚ (R1)

QUIERO LO MISMO QUE TÚ – ¡NOVEDAD!
Helen está deprimida; sólo quiere encerrarse en casa, atiborrarse de calorías y escuchar música romanticona. Resignada, traza nuevos objetivos, empezando por buscar un empleo en el que el jefe (condición indispensable) no sea atractivo, en el que pueda pasar desapercibida y en el que, además, se valore su esfuerzo. Así que cuando encuentra un puesto hecho a su medida, cree que su vida recuperará, por fin, la normalidad, pero, de nuevo, el universo se alía en su contra y se empeña en estropearlo todo. ¿Qué ocurre cuando por casualidad tropiezas con un ídolo de tu adolescencia y lo achicharras con el café? ¿Qué puedes hacer cuando tienes de vecino al tipo más atractivo y metomentodo del mundo? ¿Por qué nadie entiende tu cambio de look y todos cuestionan tu ropa? ¿Cómo te las apañas para aguantar los caprichos de una rubia famosilla? ¿Quién es capaz de trabajar con el tipo más narcisista del planeta? 

OPINIÓN


Los protagonistas de esta historia son Helen, abogada perfecta, con la vida resulta que comete el error de enamorarse de su jefe y Patrick Baker, ídolo de la adolescencia de muchas jóvenes, entre las que se encuentra Helen.

Y diréis lío entre una estrella de la televisión y una abogada exitosa, guapa, perfecta…¿dónde está lo raro?

Pues esto es lo más divertido, Helen al enamorarse de su jefe y este “rechazarla” por decirlo de algún modo decide pasarse una temporadita en su casa replanteándose su vida, ya no se viste, ni se peina, ni se arregla de forma adecuada…parece más bien una indigente, pero su vecino Ryan al que adoraremos desde el minuto uno por su descaro, sinceridad y por lo buen amigo que es, no la deja sola y le consigue un trabajo.

Es en este momento en el que una desaliñada Helen, a la que podríamos comparar con Betty la fea, aunque ya sé que las comparaciones son odiosas, pone un pie en su nuevo trabajo el éxito y eficacia están asegurados, no tanto la presencia, pero bueno ya sabemos que eso son daños colaterales XD
Esta chica centrada, madura, eficiente, pero no muy agraciada (según su nuevo aspecto, aunque las lectoras desde el comienzo sabemos que no es el patito feo que todos piensan sino un precioso cisne blanco) es todo lo contrario de nuestro ególatra estrella de la televisión Patrick, guapo, informal, arrogante, inmaduro…¿podrán estos dos polos opuestos atraerse?, ¿conseguirá Helen cumplir su sueño con su ídolo de la adolescencia?

Para conocer la respuesta a estas preguntas tendréis que comenzar ya su lectura chicas =)
Debo deciros que no es una novela muy romántica o erótica, pero sí muy divertida. A cada dos frases me estaba riendo, los diálogos me han parecido geniales, así que aunque la historia no sea nada del otro mundo, la recomiendo.

Si a estos diálogos tan cómicos y estimulantes, les sumamos que Patrick tiene un hermano súper maduro y trajeado, plan Grey (prototipo que pone muy caliente a nuestra protagonista), que al representante de Patrick le gusta Helen y que presenciamos algún que otro trio y orgia entre medias…pues la cosa se sale de madre. Pero no os asustéis que no es nada como la trilogía Pídeme lo que quieras, así que tranquilas, todo es mucho más light.

Otro aspecto que llama la atención será el nombre de “mi fiera” que saldrá seguido en la novela, ¿haciendo propaganda al segundo de Entrégate de Mariel Ruggieri? Ejem ejem, supongo que no, pero bueno, será que no hay apelativos que ahora todos tenemos que usar el mismo jajaja. Otro tópico usado por muchos autores es meter en sus novelas a personajes de otras anteriores como ocurre en esta al incluir aquí a los protagonistas de En tus brazos.

Para concluir diré que la novela te deja con ganas de más, ya que ella no termina de abrirse completamente y todos se quedan tan contentos, pero las lectoras, o por lo menos yo no, ¿qué es eso de dejarnos a medias eh eh eh? Jajaja si os ha pasado lo mismo, compartidlo con nosotras =)

A modo de final y para dejaros con las ganas os dejo aquí unos fragmentos sin desperdicio pero que revelan mucho, así que a las que os vaya a estropear el libro no lo leáis =P :

Helen y Ryan:

—Te llevaré en la moto; con el casco puesto al menos no te reconocerá nadie, porque, la verdad, si se te ocurre coger el metro, puedes causar un descarrilamiento.
—Gilipollas —rezongó sonriendo ante las tonterías de Ryan.
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—Si de mí dependiera, sabes perfectamente que ella podría ir a todas las fiestas habidas y por haber —apuntó desdeñando la invitación como si fuera un evento mortalmente aburrido o, peor aún, uno de esos actos familiares a los que se asiste por obligación.
                —Ya... pero tú te has llevado el gato al agua, es decir, te has quedado con el guaperas y ella tendrá que verlo por la tele —comentó recostándose en su silla y añadió, no sin cierta malicia—: ¿Qué les das, pájara? Porque también tienes al buenorro del representante rondándote...
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 —Sólo está conmigo por capricho —alegó menospreciándose a sí misma y dando por hecho que él le daría la patada en cualquier momento, riéndose de ella y sin tener en cuenta para nada sus sentimientos.
                —¿Y? Joder, precisamente por eso debes tenerlo claro. ¿Él quiere pasar un buen rato? Pues tú lo mismo. ¿Él se encapricha de otra? Que te quiten lo bailao


Patrick y su representante:
 —Eres imposible, no sé por qué me molesto en buscarte papeles y en ser tu amigo —adujo negando con la cabeza.
                Tentado estaba de dejarlo tirado en la cuneta. Hasta los cojones estaba de observar cómo se autodestruía día a día.
                —Porque eres un tío estupendo, nos conocemos desde niños y me quieres mucho, como la trucha al trucho —apuntó continuando con su choteo.

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 —¿Has sufrido una especie de revelación divina que te impulsa a tirarle los tejos a una fea? —inquirió sentándose de cualquier manera en una de las sillas allí dispuestas.
                —No seas desagradable, por favor. Helen es una profesional.
                —¿Helen? Vaya, vaya, si ya nos tuteamos... —se pitorreó sin piedad arqueando una ceja ante la familiaridad de su colega.
                «A saber qué tipo de negociaciones ha llevado este hombre en mi nombre», pensó.
                —Oye, no todas las secretarias tienen por qué ser modelos de pasarela —comentó volviendo a ser políticamente correcto—. Y calla, que viene.

..
—Es que no se habla de otra cosa —continuó Patrick sin importarle para nada que sus comentarios pudieran resultar ofensivos—; cuando el otro día lo oí en los pasillos... pensé que de nuevo estaba borracho, joder, la Fea y tú. —Lo señaló con el tenedor—. Sabía que eras tan pervertido como yo, pero lo cierto es que me superas. —Ese último comentario lo impregnó de un tono casi dolido; eso de quedar el segundo en la competición de pervertidos no le gustaba.
                —No sufras, a ti, a vicioso y retorcido, no te gana nadie —rezongó Ewan manteniendo la calma.
                Es lo que suele suceder cuando entre dos personas existe tan alto grado de confianza.
            —No sé yo... —se burló tentado de beberse toda la botella de vino, y a morro, ya que tras el paréntesis de la comida debía volver al estudio y cada vez se le hacía más cuesta arriba eso de seguir un patrón de rodaje, por no mencionar a la morritos star de compañera que tenía, que le volvía loco, en el mal sentido de la palabra, por supuesto. Entonces cayó en la cuenta de un hecho habitual en su representante, una hábil maniobra para evadir el verdadero tema de conversación, así que volvió a preguntar, dispuesto a llegar al fondo de la cuestión para poder dormir tranquilo o buscarle el teléfono de un buen psicólogo, o psicóloga, para que fuera más entretenido—: ¿Te has tirado o no a la Fea?
  —¿Te interesa a ti? —preguntó Ewan a su vez, esquivando de nuevo la cuestión.
            —Podría ser —mintió, porque sólo de imaginarlo se estremecía.
                —¿Y por qué no la compartimos? —lo tentó sin perder la calma, ya que no merecía la pena enervarse.
                Cualquiera que los escuchara los mandaría directamente al infierno por hablar así de una mujer.
                —Hace mucho que no hacemos algo así, la verdad —convino Patrick rememorando viejos tiempos mientras sonreía al recordarlos—. ¿Qué nos ha pasado, Ewan? ¿Por qué? ¿Cómo hemos llegado a este punto muerto? Dime, por remota que sea, que existe una posibilidad de arreglar lo nuestro —recitó en tono bromista, imitando a esas parejas que después de un tiempo ya no saben por qué siguen juntas o por qué se separaron.
                —La edad, supongo —adujo esbozando media sonrisa por el tono de guasa empleado.
                Como excusa era una mierda, pero no tenía ninguna otra a mano y seguía un poco la estela del cachondeo
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Despertarse cuando aún no ha amanecido del todo y darse cuenta de que lo sucedido la velada anterior no es producto de tu imaginación, sino más bien de tu inconsciencia, debería bastar para decidir poner pies en polvorosa, previo cambio de identidad, y no regresar jamás
 —¡Es mi mujer! —exclamó Patrick con recochineo señalando con la barbilla a la petarda star.
                —No me jodas —masculló Ewan ayudándola a taparse—, no me jodas.
                Y como pasa siempre en estos casos, cuanto más veloz quieres ir, más se atasca la ropa.
                —Estábamos intentando arreglarlo... —continuó el actor metido en su papel de marido ultrajado—. Y tú, mi mejor amigo, te la estabas tirando, ¡y en mi sofá, donde tantas noches he pasado en vela pensando en cómo recuperarla!
                —No te pases —rezongó el representante achicando los ojos ante el tono marcadamente guasón disfrazado de lastimero

Patrick y Helen:

 —Vas a dejarme marcas —gimió arqueándose bajo su toque.
                Patrick levantó un instante la vista y parpadeó asombrado con la estampa que tenía ante él: la expresión de completa entrega de ella, sin rastro de artificios o poses calculadas que tanto le jodían.
                Durante unos fugaces segundos se le pasó por la mente la absurda idea de que su asistente podía significar algo más que unos cuantos memorables revolcones. Negó con la cabeza, dispuesto a concentrarse en el plano físico; sin embargo, tuvo que esforzarse por desechar esa idea, atendiendo para ello lo más evidente: su polla.
 —Un poco más fuerte —gimió arqueándose aún más para que él pudiera atender su ruego.
 —Viciosilla... —bromeó antes de obedecer como un perro bien entrenado por su amo, porque, aunque no lo reconocería ni muerto porque de hacerlo sería como recibir una patada en los mismísimos, con una mujer como ésa empezaba a mostrarse mucho más dócil y obediente, lo que no dejaba de ser preocupante en el caso de tener suficiente sangre en el cerebro como para pensar con nitidez.
No son jóvenes precisamente, rondan la cuarentena, luego sabemos que ella es más joven trinta y pocos
Max Nicole de entregate¿? Ella abogada el estrella del futbol
No sabe aceptar un no por respuesta
 —No sé qué estás pensando, pero me gusta... —murmuró Patrick divertido.
Deslizó la mano hacia abajo, empapándose la manga de la camisa, para llegar a su sexo y poder jugar un poco entre sus piernas.
—No.

—¿No? —se burló dejando que su índice fuera separando poco a poco sus labios vaginales hasta encontrar su clítoris y presionar—. Me parece que va a ser que sí


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